Muchas son las razones que motivan la evolución de una marca, desde tener que adaptarse a las nuevas necesidades que se tienen hasta acoplarse a lo que requiere el cliente o incluso tener que deslindarse de una perspectiva negativa que se tenga de sí misma. Entre los distintos procesos que se pueden adoptar para llevar a cabo dicha transformación, uno de los que más destaca es el rebranding, el cual hay que saber realizar de manera efectiva dicho cambio, para lo cual hay que seguir una serie de pasos, sobre los cuales hablamos en las siguientes líneas.
Uno de los primeros pasos que debemos seguir al momento de llevar a cabo un proceso de rebranding consiste en analizar dónde se encuentra una marca y hacia dónde queremos que se dirija. Es totalmente oportuno investigar cuáles son las necesidades, preferencias y personalidad de una marca, pero también del público meta al que se dirigen.
Es importante definir cuáles son los objetivos que se buscan seguir con el rebranding. ¿Se quiere solo actualizar la imagen? ¿Se quiere tomar un camino diferente de un rumbo que se considera negativo? Son algunos de las preguntas que vale la pena realizarse para fijar dicha metas, las cuales servirán como directrices a seguir.
Al momento de llevar a cabo dicha transformación es necesario verificar cuales son los estilos que están en tendencia en un determinado momento, con la finalidad de evitar que se seleccione uno que se vea desactualizado o anticuado.
De ser necesario, habrá que recolectar las percepciones que hay sobre el cambio generado como parte del rebranding a través de un focus group, para que, antes de que sea lanzado al público, se haya verificado su eficacia.
Finalmente, será conveniente fijar una estrategia de comunicación y lanzamiento para introducir, preferentemente de manera paulatina, dicha transformación en el mercado.