Un CRM es una herramienta que ha adquirido mucha popularidad, puesto que permite generar información útil sobre el cliente y sus hábitos de consumo, pero que también facilita conocer el desempeño de los vendedores. Sin embargo, ¿qué sucede cuando el consumidor no es una persona sino una mascota? ¿Es posible implementarlo en una estrategia de pet marketing? En las siguientes líneas platicaremos un poco más al respecto.
Como cualquier herramienta de de marketing directo, el CRM funciona con bases de datos. En el caso del pet marketing, no sólo se deberá obtener registros de los shoppers, sino también de los consumidores finales, o sea, las mascotas. La verdadera cuestión es, ¿cómo se puede generar información de un perro, un gato o un cuyo, por poner algunos ejemplos? La respuesta está en el dueño.
Si bien, la mascota funciona como una especie de decisor de compra (por ejemplo, si a un perro no le gusta el alimento que le compraron, es posible que el cliente adquiera alguno de otra marca), el dueño funciona como shopper; lo cierto es que se pueden conseguir datos de los patrones de compra y consumo. Por medio de un registro se puede saber con qué frecuencia una persona compra alimento para su mascota, qué marca prefiere, cuáles son los juguetes que más le gusta al animal, qué artículos son los que más adquiere (como camas, postes para rascar, ropa, etc.).
Esto nos puede dar un conocimiento mucho más profundo y personalizado, por así decirlo, tanto del shopper como de la mascota; por medio del cual se puede generar no sólo una comunicación directa, sino también estrategias puntuales y promociones más relevantes.
También se le puede dar seguimiento a la compra que hacen los dueños (y shoppers) para sus mascotas. Se puede conocer y medir el grado de satisfacción que consigue con cada una de ellas y en dado caso de que este sea bajo, se pueden implementar reconocer áreas de oportunidad que se pueden optimizar.