En la Ciudad de México, el primer round ya lo ganó Uber. No precisamente por méritos propios, sino porque los taxistas, aún cuando tienen un buen argumento a favor, en lugar de emplear una adecuada estrategia de cabildeo y relaciones públicas, eligieron por la peor opción.
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Seamos imparciales, es válida la exigencia de los taxistas, quienes reclaman competir en iguales condiciones, pagando los derechos, las placas, las tarjetas de circulación y los demás cobros y trámites que tiene que sufrir un taxista para poder operar legalmente. Pero la manera de demandar que a compañías como Uber y Cabify se les exijan los mismos requisitos, fue la más desafortunada.
Las marchas y bloqueos han probado ya no ser una eficaz herramienta para presionar al gobierno (quien aparentemente despreocupado, sólo deja que los ciudadanos puedan ejercer su libre derecho a manifestarse), y si una gran pesadilla para los civiles, en este caso, mercado potencial de los taxistas.
Tal errónea elección, fue capitalizada rápidamente por Uber, al anunciar en redes sociales y medios electrónicos, traslados gratis justo en el día de la manifestación, con la bandera de ofrecer un servicio de calidad, pero omitiendo el tema de una posible reglamentación (o burocratización), ya que mientras el gobierno no la exija, pues no hay obligación de cumplirla.
Ahora, en el segundo round, el gremio de los taxistas parece inclinarse por un cabildeo con el fin de que las leyes demanden iguales requisitos a toda compañía que opere un transporte público, con apps o sin ellas. Es un buen inicio, siempre y cuando se mantenga una comunicación pacífica y abierta al diálogo, en la que se reclamen de manera civilizada iguales condiciones para todos los operadores de transporte, para ahora si, dejar de lado las excusas y competir en los ámbitos del buen servicio, la seguridad y precios justos. ¿No es así?
La moneda está en el aire y pase lo que pase, lo cierto es que Uber llegó a remover un sistema añejo, abrir una nueva ventana para echar mano de la comunicación BTL y con ella, librar la batalla más importante ante cualquier discusión: la de la percepción.
La cruzada inició muy fuertemente en las redes sociales, generando trending topics por varias horas, y quizá la batalla on-line, sea crucial para definir una resolución off-line.
