En este juego de percepciones, los mirreyes son una tribu urbana muy poderosa. Muchas veces imitados pero jamás igualados. Esta tribu urbana que es uno de lo pocos productos de importación de México para el mundo, está sufriendo una transición interesante e importante. Para quienes no los conocen o no los recuerdan, ya son como un producto genérico natural y orgánico dentro de la formación de nuestra sociedad latinoamericana.
Un mirrey es un hijo de papi, un junior que hereda no sólo apellidos y legado, también dinero de papá. Que adoran las zonas privilegiadas VIP, los clubes privados, los negocios redondos, fáciles y productivos y a sus amigas de fiesta, las lobukis. Esta tribu urbana es una aportación de México para el mundo y es un resultado reflejo de la desigualdad y mala distribución de la riqueza mexicana.
En un país donde muchos tienen muy poco y los poco tienen mucho, justo es que resalten los contrastes, como en una pintura abstracta. Que sólo se distinguen los matices y destellos de la desigualdad, la pobreza y la abundancia. Los mirreyes son mucho más allá que un segmento de marcado y una tribu urbana desdibujada o estereotipada. Son tendencia de lo que pasa y pasará con los jóvenes hoy en el ámbito de LATAM.
¿Qué les duele y qué les pasa a los mirreyes?
Están cansados del reflector. De que los dibujen mal. Están auto delimitando su propia circunferencia en una construcción de un perfil bajo. Se están atrincherando en sus clubes privados, protegidos del “Spot”, las luminarias y la publicidad. Viven muy a solas y con ellos mismos sus solitarias áreas VIP. Lejos de los estereotipos y la mala fama. De hecho, en un hecho sin precedentes, escuelas semilleros de mirreyes como “El Cumbres” -colegio privado del poniente de la Ciudad de México- que antes lanzaban y contaban con gran difusión la vida de lujo de los mirreyes en producciones documentales y videos de temporada de graduaciones, hoy se vuelven más herméticas, más calladas.
Como no queriendo contar lo que pasa y con una sonrisa cómplice como de caja fuerte. Atrás quedaron las cuentas en los lugares de moda que pagaban con dinero de sus padres, esos jóvenes de 18 años en una sentada. Cuentas de más de 6 mil dólares en una noche por invitar las bebidas a todo los amigos y amigas. Cada día será más difícil ubicar a los verdaderos mirreyes, pero ahí están, consumiendo y muy bien.
¿Hacia donde van los mirreyes?
- Lejos de los estereotipos que puedan ser virales, masivos y muy difundidos.
- Estarán en experiencias no publicitadas, íntimas y privadas.
- Consumirán más productos de origen y tradición.
- Pagarán lo artesanal que es un artículo de lujo.
- Nunca irán por ahí diciendo que son mirreyes, ni difundiéndolo. Sólo ellos saben que lo son.