Una ocasión me mandaron a resolver un asunto de trabajo que a primera instancia no parecía complicado. De acuerdo a la información que había recibido sobre ese jale y por cómo veía el panorama, estimaba terminar en unas 3 horas, 4 a lo mucho.
Ya en acción, en efecto, no era una actividad compleja; sin embargo, algo empezó a dar lata. Se actuó de acuerdo a los procedimientos: revisar por aquí, revisar por allá, y bueno, aspectos técnicos
con los cuales no pretendo aburrirte…
Un día que parecía sencillo en el trabajo, un detalle que parecía quedar en 3-4 horas se extendió
hasta 13 horas.
Vista nublada, sin salida
Cuando no damos respuesta pronta a un problema después de dedicarle un buen rato pensando, haciendo, deshaciendo, la vista se nubla; dejamos de pensar con claridad e incluso entra la duda sobre nuestras capacidades, si lo que hicimos estuvo bien o fue lo correcto.
¿Cómo podemos salir de situaciones así? Todo apunta a la lógica y sentido común, pero como en ocasiones ese sentido es el menos común, te lo diré así clarito: pide ayuda.
Solicita ayuda una vez que hayas agotado todos tus conocimientos y posibles soluciones. Cuando todo eso falle, es necesario ir con quien tiene más capacidad. La cosa es que no te rindas fácil ya que situaciones como esas son las que te dan experiencia.
Pobre hombre
Permíteme contarte una anécdota que puede abarcar desde risas, impotencia, coraje, disgustos… algo que si de por sí iba mal, salió peor:
Nicolás (sólo por decir un nombre) es un cuate que se desempeña en el área de Tecnologías de la Información en la organización para la que trabaja. Desempeñarse es sólo un decir puesto que sus conocimientos en el área son precarios, no suele dar respuestas a peticiones que son muy sencillas para su área.
Una de las responsabilidades de Nicolás es levantar reportes y pasarlos a un área centralizada a nivel nacional, así como corroborar que la información o los movimientos que se hacen en la sucursal en la que él trabaja provengan precisamente de nivel nacional.
Teniendo esto como antecedente y para no hacer la historia tan larga, el personal de seguridad de la organización dio acceso a un fulano haciéndose pasar por empleado de Tecnologías de la Información a nivel nacional con la supuesta tarea de hacer unas “pruebas” e instalar algunos aparatos que mejorarían la velocidad de Internet.
El fulano fue directamente Nicolás para tratar con él todo lo de las “pruebas” que realizaría y por supuesto el buen Nico le dio un par de computadoras y algunos celulares de gama alta para hacer las dichosas pruebas.
Pasadas unas horas compañeros de Nicolás se cuestionaban dónde estaba el sujeto al cual se le habían dado las computadoras y teléfonos, puesto que ya se requerían, ¿pero adivinen qué?, nuestro pobre amigo no tenía la menor idea, lo cual prendió alarmas en la organización.
Este suceso nos remite al actuar con sentido común y lógica… Nicolás no corroboró con la instancia correspondiente si en verdad habían mandado al personal para hacer las pruebas. Aunque el fulano se identificó como empleado, no se comprobó la veracidad de la información.
En efecto, se los chamaquearon llevándose una buena lana en equipos…
… pero todo puede empeorar
No fue el único detalle que le pasó a Nicolás. Tuvo el infortunio de iniciar sesión de WhatsApp en un equipo que posteriormente le fue quitado por un superior. Para mala suerte de Nico, olvidó cerrar sesión.
El superior vio sus conversaciones en donde encontró que no sólo Nicolás, sino otros compañeros hablaban mal de él.
Nicolás tenía el antecedente de dar equipos a un desconocido; ahora indirectamente había dejado vulnerables a sus compañeros al quedar expuestos comentarios privados poco agradables que terminaron en manos del jefe.
De mal en peor; este escándalo quedó en “buenos términos” ya que para efectos laborales y legales, el jefe había violado la privacidad de Nicolás, lo cual le acarreaba muchos más problemas a él que al propio Nico y las pestes que dijo.
Conclusión
Por sorprendente que parezca personas como Nicolás son reales, parece que no aprenden de los errores haciendo la misma burrada año tras año, mes tras mes. Un problema no se siempre se puede evitar, aunque si se maneja de forma correcta puede evitarse que crezca, por ejemplo siguiendo procedimientos, preguntando si no tenemos conocimiento sobre un tema, investigando, siendo autodidacta…
Gente como Nicolás son poco rentables para una empresa. En algunos casos habrá gente que les tiene lástima, razón por la que no los corren.
No se trata de ser un monstruo echándolos a la calle por cualquier error, aunque consideremos que hay de errores a errores, algunos sí representan problemas legales o sumas de dinero considerables.
¿A quién le toca juzgar el tipo de error y las consecuencias? A las autoridades de la organización, porque déjame decirte que correr a una persona no siempre es tan fácil, sobre todo si hay un sindicato de por medio, pero esa es otra historia…
¿Alguna ocasión has sido como Nicolás? ¡Ojalá hayas aprendido a capitalizar tus fallas de la mejor manera!