En pocas palabras, haciendo el trabajo más por la paga que por la pasión que tiene por sus clientes o sus productos. Por otro lado también me he topado con gente que es poco profesional, o con una visión corta de la realidad y del futuro que hace que uno ya no se interese más como consumidor. Gente que no se preocupa por evolucionar y que ve pasar la vida como algo ajeno a él. Y lo único que hacen estas personas es ir cavando la tumba de su negocio.
Necesitamos estar mucho más atentos a todas las señales que los consumidores nos dan para poder evolucionar. Y para lograr esto hay que volver a lo básico, a todo aquello que es fundamental. A aquello que verdaderamente le importa al cliente y que logrará establecer un vínculo emocional que fomente la lealtad hacia nuestra marca, y que además de todo pueda mover la aguja de nuestro negocio. Y el ejemplo que les mencionaba al principio de este documento también se presenta en las micro, pequeñas y medianas empresas.
Ahora bien, lo básico es en menor o mayor medida similar para todas las industrias. Pero a veces volver a lo básico requiere tener valor. Sí, valor para hacer un alto en el camino y validar que estamos haciendo aquello que nos rendirá frutos o si simplemente estamos enfrascados en la rutina de todos los días, en el círculo vicioso que no nos permite ver más allá de lo evidente. Y nada más sencillo para validar en que invertimos tanto el tiempo como el esfuerzo como la metodología de Franklin Covey: la famosa matriz de lo urgente y lo importante, las piedras grandes y las piedras chicas.
A lo largo de mi trayectoria me he encontrado con que muchas empresas dedican demasiado tiempo a lo que es importante pero también urgente. ¿En qué se traduce esto? En estar dedicando tiempo a los famosos “bomberazos”, que si bien es cierto nos evitarán un problema futuro, nos quitan tiempo para poder planear otras cosas. No sabemos priorizar para poder darle a cada actividad el tiempo que verdaderamente merecen y poder evitar esos “bomberazos”. Me ha tocado ver cómo empresas grandes y pequeñas contratan a un consultor para que justamente les ayude con la crisis sin ver en realidad que nunca hicieron un alto en el camino y mucho menos definieron prioridades claras, esto es, que se dedicaron a lo urgente en lugar de planear el futuro.
En fin, una buena priorización nos puede llevar a una correcta planeación que por ende se traduzca en mejores resultados y en un menor desgaste para la solución de las crisis.