El temor al fracaso es un gran obstáculo para lograr cualquier meta, sea grande o pequeña. Opera desde el inconsciente, nuestra mente registra con angustia mientras imaginamos una meta y responde con mensajes que nos obstaculizan desde antes de empezar, sabotea nuestros esfuerzos, y de pronto nos encontramos procrastinando, encontrándonos realmente en el fracaso. El temor nos ganó. Intentaremos de nuevo, si acaso…
El temor al fracaso tiene más fuerza en diferentes momentos, según el Dr. Winch psicólogo especializado en la salud emocional. Sabiendo dónde nos falla, podemos resolverlo con mayor eficacia.
El temor antes de empezar. El sabotaje: “mejor empiezo la próxima semana”
El temor es más fuerte al inicio de un proyecto porque nos encontramos más lejos de alcanzar la meta. Aquí los pasos son: 1) rompe la meta en pequeños pasos y prioriza. Es decir, la meta de pronto ya no es la original, es la nueva, más alcanzable pero dirigida a esa gran meta. 2) Pon estos pasos en el calendario, sobre todo el primero que es el mas difícil.
El temor al primer problema. El sabotaje: “en realidad no es tan importante”
El significado que tiene tu meta está proporcionalmente ligado con el esfuerzo. Cuanto más represente para ti la meta, es muy probable que te tome más esfuerzo para lograrla. Sin embargo, en esta etapa también reditúa más; en otras palabras, es mayor la satisfacción y emocionalmente te hace sentir súper bien, animado y que sí, realmente vale la pena todo el esfuerzo.
El temor al siguiente problema. El sabotaje: “creo que no puedo con esto”
Tu mente está estresada, demasiado esfuerzo está empujando a que nuestro cerebro encuentre una excusa, al fin y al cabo, somos seres de costumbres y de hábitos y si para entonces no hemos logrado el hábito, vamos a tratar de abandonar la meta. Aquí lo que puede ayudar es detenerse y buscar soluciones y restaurar la motivación.
Procrastinando sin parar. El sabotaje: “qué stress!, Primero necesito algo para hacerme sentir bien”
Investigaciones demuestran que cuando uno entra al ciclo de ir dejando las tareas atrás de manera repetitiva nos sentimos emocionalmente mal: tristes, decepcionados con uno mismo, ansiosos, y… fracasados. Este es el momento de mirar atrás, repensar nuestra meta y recordar por qué la queríamos lograr –bajar de peso, ganarme la promoción, hacer ejercicio, dejar de fumar.
El temor en la recta final. El sabotaje: “si no lo logro, estaré devastado”
Esto suena a candidatos electorales que de entrada dan excusas de haber perdido antes de la elección. El problema es que se puede convertir en una realidad y empezamos a sentirnos cómodos con la idea del fracaso. Esto es peligroso pero piensa que el mismo esfuerzo toma vislumbrar el éxito.
El temor al fracaso es súper común, más de lo que otros dejan ver. El peor error es compararse con los demás y pensar que todos pueden menos tú. Desde un punto de vista clínico, es también importante reflexionar si el temor proviene de mensajes negativos con los cuales crecimos: “tu no puedes”, “para qué lo intentas”, “nunca vas a poder”, “con ese ______, no vas a poder”. Si éste es el caso, te recomiendo que veas a un profesional que te ayude a sanar esas heridas para que nada te obstaculice porque aquellas cosas que aprendimos de niños, suelen ser más difíciles de resolver, pero no imposibles. De cualquier forma, el temor al fracaso se puede superar.
Gabriela Romo es psicóloga y trabaja de manera independiente en el área de Washington, DC. gaby@gabrielaromo.com @romocounseling