¡No es la canción de Joan Sebastian!, pero cuando hablamos de cambiar un nombre y de un secreto…, suena a algo clandestino, a un misterio que está por descubrirse, a algo que está “underground” y no queremos que se sepa, o quizás en el caso del marketing, cuando hacemos grandes cambios, de esos que tienen un alto impacto dentro y fuera de la compañía, sí queremos que todo mundo lo sepa. ¡Qué emoción!
Todos los cambios llevan un grado de adrenalina, para los que lo planean y para los que lo esperan, porque es un acontecimiento que marca un antes y un después.
¿A qué grandes cambios me refiero?
Uno de los grandes cambios que puedo citar, es aquél que está 100% conectado a marketing, y es el cambio de nombre de marca.
Además de ser un gran cambio, todo lo que representa y tiene que ver con este proceso, no se da de la noche a la mañana.
Estoy segura de que más de uno de ustedes ha vivido y ha participado en el proceso del cambio de un nombre de marca. Es una experiencia de otro mundo, porque intervienen muchas opiniones, desde el CEO, CMO, CFO, RH entre otros tomadores de decisión.
Lo trascendente es que el cambio de un nombre de marca tiene un por qué y un para qué, no es que de pronto un día el dueño de la compañía se despertó y dijo “hoy la empresa se va a llamar de tal o cual forma”.
En mi trayectoria, he visto que los cambios de nombre de marca ocurren por varias circunstancias:
- Renovar imagen.
- Fusión de empresas.
- Nuevo portafolio de productos.
- Nueva mesa directiva.
Cuando alguna de estas cosas sucede, a veces es inminente hacer un cambio, porque todos esos factores provocan un cambio interno, que con el paso del tiempo se refleja al exterior, es decir, se refleja en nuestros clientes y en nuestros prospectos.
Cambiar el nombre de una marca no es como cortarte el cabello, es algo mucho más profundo, algo que podría llamarlo de forma creativa “cirugía de marca”, porque no solo se cambia un nombre, se cambia por completo por dentro y por fuera.
Se cambia toda una cultura empresarial, para algunos puede ser un “shock” y para otros es una gran ventana de oportunidades.
Esto no significa que la empresa requiera un “fashion emergency” porque eso seria solo por fuera, tampoco quiere decir que ya no sirva, lo que si es real es que las empresas evolucionan y los verdaderos cambios se hacen desde adentro.
Usualmente en estos procesos interviene el departamento de marketing por completo en cada una de sus ramificaciones, y participan en mayor o menor grado, esto no quiere decir que algunas ramas del marketing tengan más poder que otras, porque lo que aporta cada una construye una parte de las bases de una nueva marca y de eso se trata precisamente, de construir las bases de algo nuevo y grandioso.
Desde mi óptica, hacer un cambio de marca es una decisión para la que no hay marcha atrás. Y entran varios temas en juego que ponen nervioso a más de un integrante de la compañía. Empiezan a hacerse una serie de cuestionamientos como los siguientes:
- ¿Les gustara a los clientes?
- ¡No nos van a reconocer con el nuevo nombre!
- Van a pensar que tenemos inestabilidad.
- Tal vez piensen que la empresa quebró.
- Mejor que dejen el nombre como está.
A los puntos anteriores les llamo: “resistencia a la innovación”.
Es evidente que no todos los asociados de una compañía pueden participar en la creación de un nuevo nombre de marca, sin embargo, cuando el nombre, el concepto, el logo y la nueva cultura empresarial han sido creados, si se busca que todos los integrantes se comprometan y adopten a la nueva empresa.
Usualmente cuando la empresa es de un tamaño considerable, se contrata a una agencia creativa, pero en otros casos, solo intervienen los responsables de las siguientes ramas del marketing: Comunicación, investigación de mercado, relaciones públicas, generación de demanda, branding, diseño, social media, entre otros.
Ahora, voy a enfocarme a los elementos que debe llevar un nombre de marca:
- Ser un nombre corto
- Fácil de recordar
- Con significado
- Con un objetivo
- Tener un logo que comunique el objetivo y significado.
Para que todo esto sea una realidad, hay toda una lluvia de ideas, acuerdos y desacuerdos, si lo viéramos graficamente es como si estuvieran en un laboratorio, y van mezclando en un matraz diferentes sustancias para integrar la fórmula perfecta, una mezcla que puede ir cambiando de color, textura, tamaño, consistencia, hasta llegar a ese resultado explosivo que va a cautivar a nuestros clientes internos y externos.
¡Qué bonito se lee eso! Al final el resultado es el nacimiento de una nueva compañía con un nuevo nombre y con algo diferente y valioso para aportar al mercado.
Durante el mes de marzo pude experimentar y ver el nacimiento de un nuevo nombre de marca, porque la empresa donde trabajo actualmente está pasando por un momento magnífico, ha evolucionado y cambió el nombre de marca y todo lo que integra un branding de 360 grados, fueron meses intensos, a veces ni yo sabía que iba a pasar, ¡hubo momentos que no tenía noticias de nada!
Parecía que más que un nuevo nombre, estaban creando una nueva fórmula de la bomba atómica, así de hermético estuvo el equipo creativo. Aunque creo que nuestro nuevo nombre si tiene algo de atómico, porque tiene un significado poderoso.
Hoy, estoy realmente convencida de que el nuevo nombre fue la mejor decisión, tiene un significado, es corto, fácil de recordar, es poderoso y además tiene un objetivo con el cual me siento 100% identificada y comprometida.
En este punto exacto es donde veo una magnífica estrategia de marketing BTL porque un nuevo nombre esta hecho para dejarse ver en todos lados.
Como responsable de un área de marketing me siento muy orgullosa de formar parte de un cambio, porque los cambios son innovación, son un renacimiento y son una oportunidad, estoy encantada de que a mi empresa se le haya cambiado el nombre y ¿saben qué? ¡No es para guardar el secreto! Es para compartirlo con un mercado que cada día evoluciona y necesita innovación en todos los sentidos en que una marca se la pueda aportar.