El famoso evento de los premios de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas en el país vecino, tiene mucho que enseñarnos en cuestión de Storytelling. Principalmente, porque al evento per se, lo riegue un guión bien estructurado.
Todo lo que sucedió el pasado domingo en la nonagésima edición de la muy mediática gala de los premios Oscars, estuvo antes en el papel. Para ser más específicos, en un guión muy detallado y escrito al más puro estilo de Hollywood. Y, como en toda historia propia de la famosa meca del cine, se enfocó en conceptos y acciones ya probadas para crear emociones positivas.
No es causal que el discurso que transmitió el evento haya sido de inclusión, igualdad y respeto a los derechos humanos, temas no solamente actuales sino también universales. Tampoco es coincidencia que se haya exaltado a las mal llamadas “minorías” de los Estados Unidos de Norteamérica, que ya tienen una gran influencia en el país del norte y son determinantes en los ámbitos político y económico. Así mismo, no resulta extraño que los presentadores fueran elegidos teniendo eso en mente y también que se hayan considerado a los millones de televidentes de otros países, principalmente los latinoamericanos, para el guión del evento. Dos fueron las películas que la academia no podía dejar pasar por alto para su estrategia de inclusión y qué, por si solas entraron orgánicamente en el argumento de los Oscars: Coco y La forma del agua.
El repunte en los últimos cinco años del talento de origen latinoamericano (principalmente el mexicano) en el cine de Hollywood, le ha facilitado las cosas a la academia para exaltar su estrategia de inclusión, que no ha chistado en dar voz a los propios participantes del evento, para que sean ellos quienes la comuniquen a los millones de espectadores que a su vez, se convierten en portavoces dentro de sus propias redes sociales.
Quien más sabe de storytelling es precisamente la industria hollywoodense y año con año nos da una clara lección de cómo realizarlo, no sólo en sus películas o en las notas de espectáculos, sino también en su evento insignia. Un espectáculo en el que nada es improvisado, todo se analiza, planea y ensaya para que cada mensaje cumpla con un claro objetivo y genere las emociones deseadas en su audiencia.
Las marcas lo saben y se suben al tren. No sólo en la estratégica alfombra roja como en el caso de las famosas firmas de ropa y accesorios, sino también en todos esos paneos (movimientos de cámara hacia un lado y sobre su eje) que hacen las cámaras entre los asistentes, y en esas “historias paralelas” que se desarrollan en el propio escenario, con sus presentadores y galardonados.
Para quienes nos dedicamos a la industria del marketing, el evento es una provechosa lección de cómo el storytelling puede ser determinante para el éxito del Event Marketing. Demuestra una vez más, que las historias son las grandes generadoras de emociones y además, que son precisamente ellas, las que mueven al mundo en cualquiera de sus terrenos.
