Una de las mejores definiciones de lo que es una marca la acuñó Marty Numeier en su libro “The Brand Gap”. Dice Numeier (y concuerdo 100% con él) que una marca no es un logo, ni una identidad, ni un producto, sino lo que las personas SENTIMOS sobre un producto, un servicio o una organización.
En definitiva, una marca NO ES lo que un departamento de marketing o una agencia de publicidad decidan que deba ser, sino lo que la percepción de la gente común DECIDE que esta será.
Ojo, esto no significa que el éxito o el fracaso de las marcas dependan del azar ni mucho menos.
Al contrario, significa que nuestra tarea como publicistas, marketeros y sobre todo como fabricantes y prestadores de servicios, es lograr que los productos que vendemos despierten en el público esas sensaciones que pretendemos.
O dicho de otra forma, que nuestra labor no es vender seguros, ni coches ni ordenadores ni agua azucarada, sino crear sensaciones inolvidables en la gente.
Ahora que nos gusta hablar tanto de Storytelling y de la necesidad de contar buenas historias sobre las marcas, deberíamos pensar más en esto. ¿Al comprador realmente le importa la razón por la cual incorporamos todos esos features a su nuevo iPhone? ¿O lo que le importa de verdad es sentir esa emoción incomparable de ser uno de los primeros en abrir la caja y encenderlo?
De eso se trata el Storyliving. Porque a la gente común le importa menos escuchar nuestras historias que vivir historias apasionantes con nuestras marcas.
Storyliving es tener la capacidad creativa de convertir el relato de nuestras marcas en sensaciones únicas, a través de experiencias que pueden ser vividas y disfrutadas por los consumidores.
Storyliving también es autenticidad. Para bien o para mal. Porque por más que durante décadas hayas construido un hermoso storytelling contando que fabricas los motores más avanzados del mundo, si al final se descubre que esto no es cierto y que encima contaminas el medio ambiente, tu marca tendrá que pagar las consecuencias. No importa lo bien que hayas contado tu relato.
Al final lo relevante no es lo que cuentas, sino lo que el consumidor siente.
Si reflexionamos un poco descubriremos que eso es exactamente lo que las marcas más queridas del mundo vienen haciendo desde hace tiempo: Google, Apple, Coca-Cola, Red Bull, Nike, Lego o Ferrari, por solo poner unos ejemplos.
Llegó la hora del Storyliving. De dejar sensaciones en lugar de palabras.
Porque como bien dice Andy Stalman, otro monstruo del marketing: “La gente se olvida de lo que le dijiste, pero no de lo que le hiciste sentir”.
Les comparto un par de excelentes ejemplos prácticos de Storyliving:
Teatreneu – Pay per Laugh
The Cyranos McCann
Nivea Creme – Nanas del Corazón
Leo Burnett Madrid