Las redes sociales evidencian lo mejor y lo peor de nuestra sociedad. Exponen los complejos de muchos, pero también y afortunadamente, la avanzada evolución de la mayoría. Algo que las marcas deben considerar.
Las marcas deben estar conscientes que en las redes no es posible ser moneditas de oro, incluso cuando se publica un mensaje que a todas luces es éticamente es correcto. Tal fue el caso de la publicación de la marca de ropa Old Navy, que tras postear la foto de una familia interracial vistiendo sus prendas, sorprendentemente desató una serie de comentarios despectivos y racistas. Algo muy parecido a lo que sucedió cuando la famosa reportera norteamericana denunció a quien le levantó la falda en plena vía pública, una serie de comentarios machistas y denigrantes que como diríamos coloquialmente, sacaron el cobre a relucir de varias personas con fuertes complejos de inferioridad y serios traumas con respecto a la figura del sexo opuesto.
Ejemplos hay muchos y saldrán muchísimos más en los próximos meses. Pero afortunadamente, los mensajes humanos y éticos, por más detractores que tengan, también incitan a que un número infinitamente mayor de personas sensatas, defiendan una buena causa. La marca de ropa hermana de Gap y Banana Republic, no requirió hacer mucho, pues fueron sus mismos seguidores quienes se apresuraron a aplaudir su mensaje defendiendo la existencia de familias interraciales, lo que difundió rápidamente el hecho y la empatía por la compañía. Así que, los comentarios ofensores, lejos de perjudicar a la marca, le dieron un gran impulso positivo que probablemente no esperaba y que sin duda, incrementó significativamente su ROI.
Pero hechos como éste, aunados a todos esos recientes casos de Ladies y Gentlemen, nos prenden un foco rojo en el campo de la Responsabilidad Social y paradójicamente brindan una oportunidad que muchas marcas pueden aprovechar. Así como Sidral Mundet sacó su campaña “A la mexicana” que da mérito a aquellos mexicanos que hacen las cosas bien, valdría bien la pena tomar consciencia de todos esos prejuicios, o más bien complejos, que podemos combatir y así poner un granito de arena en pro de la evolución de nuestra propia sociedad. Para poder afirmar con fundamentos que como “México no hay dos” y esta vez sea en el sentido positivo.
Los focos rojos, si queremos, los vemos todos los días. Hoy por ejemplo, me tocó ver como un taxista insultaba a una joven que pretendía cruzar el paso de cebra en una avenida, mientras éste aceleraba su taxi como si no hubiera peatones ni mañana. Si no hacemos nada, no cambiará nada. Y la falta de cambio se traduce en involución. Incluso en el ámbito del marketing social.