En 1878 un neurólogo francés llamado Paul Broca descubrió la existencia de una zona cerebral con abundantes conexiones con el sentido del olfato. Broca nombro a esta región del cerebro como lóbulo límbico.
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En 1937 el neurólogo estadounidense, James Papez, vinculó el lóbulo límbico con el hipotálamo y describió un circuito anatómico que desde entonces se conoce como Circuito de Papez. Fue hasta 1949 que Paul MacLean, otro neurólogo y científico estadounidense incluyó la amígdala en las estructuras del circuito de Papez y llamó a todo el conjunto Sistema Límbico, nombre que ha perdurado hasta hoy en día.
A lo largo de los años diversos neurólogos han descubierto que el sistema límbico es la parte del cerebro más directamente involucrada con la mediación de las emociones y recuerdos. Todo el mundo esta lleno de estímulos sensoriales, esos estímulos viajan por nuestro cuerpo hasta llegar al sistema límbico. De los cinco sentidos, el del olfato es 10,000 veces más sensible que cualquier otro. El resto de nuestros sentidos deben viajar por el cuerpo a través de las neuronas y la espina dorsal antes de llegar al cerebro, mientras que la respuesta olfatoria es inmediata y se extiende directamente al cerebro. Este es el único lugar donde nuestro sistema nervioso central está directamente expuesto al ambiente.
