Si yo fuera Slim…¿me levantaría agitado pensando en qué me voy a gastar el siguiente millón? Siempre que salgo de mi departamento en el barrio chino, me pregunto en dónde vivirá un hombre tan envidiado. La envidia generalmente lleva muy lejos.
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Una noche tomando un café en Cielito Querido ̶ un capucchino con un costo de 45 pesos ̶ , amigos de universidades privadas decían que los de la Universidad Nacional Autónoma de México, están hechos para el trabajo y ellos para ser los líderes ricos que los emplean. Cómo gocé al decirles que el hombre más rico del mundo provenía de la UNAM, el ingeniero Slim.
Carlos Slim es un verdadero enigma, nadie conoce de sus propiedades más de lo que él decide dar a conocer. Nadie se atreve a escribir nada de él; lo único que he visto es una biografía autorizada que circula en Sanborns.
Su yerno ganó el proyecto del nuevo aeropuerto capitalino, y aunque en las redes sociales acostumbran burlarse con “memes” de todo, no vi que lanzaran algo en Twitter o Facebook.
Si yo fuera Slim haría lo mismo, pero más barato.
Si yo fuera Slim habría comprado al futbolista brasileño, campeón del mundo, Ronaldinho para Pumas y no para Gallos Blancos del Querétaro.
Si yo fuera Slim dormiría más y me acostaría con cualquiera. ¿Qué compra Slim en un día común?, un futbolista que tiene un costo mínimo de 1.5 millones de euros.
Haría muchas cosas como él las hace, me pondría a jugar a las dominadas con Ronaldinho y llevaría mariachis a mi evento de Fundación Telmex, gastaría lo que me cuesta una llamada telefónica para que mis amigos Mark Zuckerberg, Hillary Clinton y Antonio Banderas; vengan a alentar a mis becarios.
Las empanadas de El Globo las seguiría haciendo igual; le invertiría más al bar de Sanborns, “El varón rojo”. El alcohol siempre tiene futuro y la botana es buena en general.
El café es un veneno, y Telcel una tortura. Pero Slim no reduce sus horizontes y si yo fuera él, regalaría la telefonía, levantaría un emporio televisivo en menos de 24 horas, lo mismo que aeropuertos. El negocio es poner a volar a la gente, ya sea en aviones o con televisión.
Es verdad que los pobres no imaginan cómo compra un rico, pero creo que ningún rico puede imaginar cómo compra el más rico del mundo.
Seguramente que Slim ya sólo realiza transacciones, lo imagino menos especulador de lo que se piensa. De hecho él le apuesta al mercado y a un marketing para reforzarlo. Pero la bolsa de valores le vale; él tiene más para ganar de la crisis que de la bonanza.
No me importaría transformarme en una minoría racial poderosa, ni que me digan “ingeniero”; o cambiar de sexo. Todo cambio radical es soportable cuando al día mis cuentas asciendan a millones y millones.
Un verdadero hombre de negocios, tiene que ser como Slim y cubrir los siguientes dos puntos:
1. Nunca pararse en un Sanborns (ni para ir al baño).
2. Por nada del mundo tener un plan Amigo de Telcel.
En general, no es buen negocio consumir lo que uno mismo produce; y eso lo sabe bien Slim.
Foto: Shutterstock.