Quienes nos dedicamos a la industria de la mercadotecnia y la comunicación, tenemos una sola materia prima: las ideas. Sin ellas, toda la logística, la planeación, la producción, la estrategia y los medios, no tendrían sentido.
Las ideas son el corazón de nuestro negocio: si eres una agencia de servicios, es finalmente lo que buscan tus clientes. Si por otra parte, diriges el departamento de marketing o comunicación de una compañía, es tu labor diseñar e implementar estrategias realmente innovadoras, todo lo demás puede hacerlo cualquier otra área de la empresa. La innovación no surge de la nada, las compañías realmente creadoras requieren un proceso constante, además de otros factores como la experiencia, la actitud, la disciplina y primordialmente, la visión.
Lamentablemente, son pocas las compañías y agencias que le dan a las ideas y a los procesos de innovación para crearlas, sembrarlas y cosecharlas, el valor que se merecen. Varias agencias creen que las ideas surgen de manera etérea, de la “frescura de sus creativos en un momento de inspiración”. Muchas compañías por su lado, dan por sentado que “eso” es labor de las agencias. Hasta cierto punto sí, pero en realidad la innovación debe ser un ejercicio para todas las áreas de la empresa.
Pero, ¿cómo iniciar con un proceso de innovación para comenzar a crear ideas y, lo más importante, implementarlas? Lo podemos resumir en 6 pasos concretos:
- Primero plantea un objetivo SMART. Es decir, que sea “Specific” (específico), Medible, Alcanzable, Relevante y “Timely” (a tiempo). El enfoque entonces será buscar ideas o soluciones que cumplan con estos requisitos y pasen siempre por ese filtro.
- Elige un lugar y momento idóneos. Las buenas ideas nacen en ambientes fecundos para ello. Es importante que la sesión se realice en un espacio cómodo y libre de distractores. El mejor horario es aquel en el que los integrantes del equipo estén disponibles, dispuestos y sin presiones. Puede ser por la mañana o por la tarde, pero en un entorno totalmente informal.
En una sesión de innovación el cerebro hace jogging, por ello es importante que sea corta, menos de 30 minutos es ideal. También deberá convertirse en un hábito, por lo que si dedicamos un espacio a la semana para cada sesión, es un gran comienzo.
- Elige al equipo adecuado. No todos tus colaboradores podrían estar preparados emocionalmente para participar. Si es importante invitar a los más creativos y participativos, pero también lo es que la decisión para participar sea libre y que sólo se integren quienes estén realmente motivados. Las ideas no se sacan con sacacorchos y mucha gente se puede sentir intimidada al proponer en público. Es imperioso motivar a los posibles participantes y que sean ellos quienes tengan la iniciativa. Al final, es importante que todos acaben colaborando en al menos alguna sesión.
- Regla número uno: se vale decir estupideces. De hecho, es obligatorio. El peor error en una sesión de brainstorming es juzgar a quien dijo una “sandez”. De hecho, es muy común que una estupidez dé como fruto a una gran idea. Quienes han participado en muchas sesiones de lluvia de ideas lo saben bien. Parte elemental de la técnica es soltar lo primero que viene a la mente, así también se calientan motores.
- Cada idea, deberá incluir una solución. Este punto tiene mucha relación con el primero, pero conviene profundizar. Es relativamente fácil lanzar ideas sin pensar paralelamente en su viabilidad. Lo meritorio es crear una muy buena idea, que sea realista, ejecutable y además bajo la estrategia que se persigue. Sólo así, una idea tendrá valor, de otra manera, será sólo un pensamiento lanzado al aire.
- Implementa las ideas viables y dales valor. Pongámoslo muy claro, la ejecución es el 90%. Si una buena idea no se materializa, sólo servirá para guardarse en el cajón y sacarse cuando estemos seguros de usarla, o para verla renacer en otra empresa, equipo e incluso, en tu competencia.