Quizá esta es una de las claves para distinguir la creatividad y la innovación. La innovación busca hacer algo que viva, que funcione, que cambie su entorno; no solo que sea diferente. Así, el que quiera innovar tiene que estar pensando en que algo se va a hacer, algo va a suceder, algo tiene que pasar con lo que está construyendo.
Como hemos dicho antes, la innovación es una técnica de solución de problemas que busca que algo cambie. Para provocar este cambio, algo debe pasar. Es por eso que tenemos que estar pensando que va a haber acción alrededor de lo que se desarrolle.
Para poder enfocarnos en generar acción, podemos considerar el proceso de innovación como un proceso de transformación, cuyo resultado va a hacer que su entorno cambie en algún sentido. La forma de lograr que las cosas cambie es con acciones, con efectos que tengan alguna consecuencia sobre la realidad en que suceden.
De modo que la mentalidad innovadora no está pensando en que el resultado va a ser distinto sino en que la realidad en que la solución funciona es distinta y cómo la solución va a contribuir para transformar esa realidad.
Hay otra parte del sesgo hacia la acción que es relevante en la mentalidad innovadora. La innovación es un proceso de aprendizaje continuo en que nos vamos aproximando al destino conforme se va evolucionando la solución construida, de modo que es muy tentador llegar a un estado de inmovilidad en que se sigue y sigue desarrollando la solución sin que ésta aporte ningún valor. Un fenómeno similar a la llamada “parálisis por análisis”.
Para evitar esta tentación, el que busca innovar tiene que estar ansioso de ver la solución en acción y atreverse a lanzar algo que conscientemente sabe que es perfectible, pero que contiene ya los elementos básicos de la solución ideal y que puede empezar a transformar su entorno y devolver aprendizaje.
Para poder desarrollar esta parte de la mentalidad, tenemos que recordar esa ansiedad que nos causaba la espera cuando éramos niños y presionar a la solución para ya estar lista para salir. Entender que una solución parcial puede contener los elementos mínimos necesarios para empezar a dar ese resultado que buscamos y esperar poder lanzar ya para estar seguros de que vamos en la dirección correcta y entonces seguir avanzando con mayor seguridad.
La mente innovadora no busca crear algo distinto sino trasformar su entorno, este principio tan simple de decir, complejo de asimilar y vivir, nos ayuda también a mantenernos sesgados hacia la acción.
¿Tú puedes sentir esa desesperación de observar tu solución en acción? ¿Eres capaz de lanzar una solución perfectible para poder empezar a ver cambio? ¿Estás pensando en transformar tu entorno o solo en cambiar tu producto?