Según el INEGI, en promedio, la población de 18 años y más lee 3.8 libros por año. Así mismo, los mexicanos, respecto a estímulos para la práctica de la lectura, casi 60 por ciento de la población de 18 años y más alfabeta estuvo en contacto con libros diferentes a los de texto en casa; poco más de la mitad veía a sus padres leer; menos del 25% de la población declaró que fue impulsada para la asistencia a bibliotecas o librerías; y solamente a un tercio de esta población les leían sus padres o tutores.
Siendo éstas las cifras, la industria editorial se ocupa en continuar con proyectos que incentiven la lectura, en mayor parte con estrategias de BTL.
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— FCE (@FCEMexico) 23 de junio de 2017
Sin embargo, las prioridades del mercado no siempre son complementarias, sino contradictorias.
En la guerra por hacer la mejor campaña publicitaria, las firmas dejan la piel en el intento, tanto que prueban diversos estilos, algunos polémicos.
Por un lado podemos ver que para una librería es lo primordial poner al alcance la mano los libros, dejarlos a la vista, se ponen a disposición para entrar en contacto directo con ellos.
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— Librerías Gandhi (@LibreriasGandhi) 22 de junio de 2017
Mientras que en otras tiendas departamentales, como Sears, nos percatamos de que las prioridades de compra de los consumidores está encausada hacia otros rumbos muy distintos.
Cuando tu estrategia de marketing hiere los ojos del consumidor, incluso otras firmas podrían sentirse ofendidas.
En un país donde el analfabetismo supera el 5 por ciento, según cifras del INEGI, es polémico y humillante usar como parte de un exhibidor libros para impulsar la adquisición de bolsas de diseñador. ¿O estamos exagerando?