Un proceso electoral, sea el que fuere (federal o local) tiene un impacto en diferentes vertientes. Por ejemplo, en las elecciones de 2018 se gastaron 2,190 millones de pesos para que los partidos y los candidatos independientes realizaran sus campañas (según datos del Proyecto de Financiamiento Público para las actividades de campaña); desde la perspectiva medioambiental, se estima que se generaron 7.5 toneladas de basura electoral en los comicios de 2018, según la Agencia de Gestión Urbana de la Ciudad de México.
Con la finalidad de transformar el proceso electoral y que sea mucho más eficiente, el Instituto Nacional Electoral (INE) dio a conocer que se llevarían, al menos de manera parcial, las primeras elecciones que incluyan la modalidad de voto electrónico.
Según explicó el organismo gubernamental, el ejercicio del voto electrónico en México será implementado por primera vez en las elecciones locales de 2020, específicamente en los estados de Hidalgo y de Coahuila. En el caso de la primera entidad, se usarán los casillas del INE, de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco y el propio instituto electoral local; en el caso de la entidad federal del norte del país, se usará la propia urna electrónica del organismo electoral local.
La finalidad de implementar las urnas electrónicas consisten en incrementar la eficiencia tanto en el conteo como en la captura de los votos que emiten los ciudadanos. Sin embargo, en el caso de Coahuila, tan sólo se colocarán de 4 a 5 casillas por cada uno de sus distritos electorales; mientras que en el caso de Hidalgo tan sólo se colocarán en 4 municipios.
De acuerdo con declaraciones de Jaime Rivera Velázquez, presidente de la Comisión de Organización Electoral del INE, comentó que uno de los principales retos a los que se enfrentan esta nueva modalidad de voto es la desconfianza por parte de los votantes, quienes tendrán que acostumbrarse a este nuevo modelo.