Por: Erika Fonseca
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Por muy fácil que parezca y aunque existe una leyenda urbana en torno de Photoshop, las pieles en las fotografías son lo más difícil de retocar. Esas pieles lozanas y envidiables que aparecen en las tomas cerradas de modelos que anuncian maquillaje, tienen muchas horas, más de las que imaginan en retoque de pieles.
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El asunto es que para poder retocar una fotografía a estos niveles, se necesita un director de arte que sepa de iluminación, fotografía, perspectiva, colorimetíia, composición y obviamente, de retoque.
Hacer un retoque de piel es tremendamente complicado porque si observan cualquier fotografía con piel, tiene una cantidad ilimitada de tonalidades.
Una de las herramientas que hacen magia en Photoshop, es la herramienta que clona; entonces, si clona y prácticamente lo hace de manera automática ¿por qué es tan difícil? Porque prácticamente hay que retocar de manera manual. Las herramientas “mágicas” del mayor programa editorial no sirven para pieles, porque simplemente, si son utilizadas, se ve literal un pegote.
Hay que trabajar los pixeles casi uno a uno para lograr la profundidad, tersura y lo más importante: el realismo de una piel sana. Arrugas, ojeras, lunares e imperfecciones, son desaparecidas tras largas horas de trabajo. Y ni hablar de las mujeres en bikini. Malas depilaciones, heridas, moretes y cicatrices son sólo apenas ejemplos de la perfección que un buen retoque nos esconde.
No es trivial. No cualquiera puede retocar pieles y mucho menos, si dicha fotografía será impresa. Las gamas de color y la colorimetría son tan especiales que un solo punto de diferencia en cualquiera de las placas de color para impresión, puede resultar en un desastre.