De los noventas a la fecha muchas cosas han cambiado, pasamos de la mejora en los procesos a incluir algunos que poco tienen que ver con lo que vendemos u ofrecemos como servicios, para entonces abrirnos paso en los ámbitos de responsabilidad social.
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Si bien es cierto que en nuestro país en los albores de este boom, entendimos como responsabilidad social los temas ecológicos y los relacionados a las personas con capacidades especiales, la verdad es que se nota la evolución que el sector empresarial ha tenido, así como el sin fin de mezclas entre marcas, gobiernos y asociaciones para lograr un poder de acción y alcance superior.
Antes de que tenga un concepto erróneo, quiero hacer de su conocimiento que he trabajado para que algunas empresas y gobiernos adopten posturas de Responsabilidad Social, pues considero que más que una evolución en la mercadotecnia, es una evolución en la sociedad, así que desde cualquier profesión, especialidad y postura, debemos estimularla.
En lo que estoy en contra es en la saturación a la que hemos llegado, en aras de salvar el mundo de los villanos vacíos sociales, se ha empleando un despliegue que llega a ser excesivo, exigente y en algunos casos evidenciador.
En una hora de compras usted puede estar inmerso en mínimo 3 acciones de donación, participación o cooperación, desde que paso por el cajero, el dinero no sale hasta antes donar o no hacerlo. En las tiendas de conveniencia de cadena y los supermercados el redondeo no perdona. En el cine los 5 pesos para la campaña del regalo de la vista.
A lo que hemos llegado es ha creer que el consumidor normal tiene la capacidad de donar, donar y seguir donando, mi preocupación se agudiza porque las empresas han llegado a la comida conclusión del proceso creativo de “recaudación de fondos”, por medio de insistir metódicamente en el donativo en el momento justo de la compra, cuando el cliente lo que desea es concluir y seguir sus actividades.
Al acorralarlo por tiempo y por modus operandi, lo preocupante es que la creatividad se vea resumida a la “donación”, no existe un intercambio, pues pocas son las empresas que al participar te obsequian una insignia, ya sea una pulsera o un reloj, pero mínimo te hacen manita de puerco de una manera más atractiva.
Las empresas que activan su responsabilidad social, deben recordar que cuando decidieron hacerlo, adoptaron el compromiso de articular acciones que partan desde su empresa hacia la sociedad, no desde la sociedad hacia la sociedad, el hecho de la recaudación es tan llano que es como colocar una alcancía con un letrero y entonces decir que se tiene un sentido filantrópico.
La verdadera responsabilidad es adquirir compromisos operativos, es destinar recursos de la firma, es poner en acción al personal, es buscar interacción con los consumidores y enamorarlos con la idea renovadora. Entonces es cuando no hacemos las cosas por hacerlas, sino porque estamos convencidos, yo así, si juego.