Por: Arturo González Salas
Twitter: @Artglez
Estando en Ciudad de México me dispuse a leer varios libros, desde el 2010 y con el furor de la mexicanidad, todos traemos a Miguel Hidalgo hasta en las “costillas”, sin embargo, mi lectura se basó en dos muy anteriores a la presencia independentista.
Años pasaron para que se modificara mi percepción de la Malinche, antes de creer en reivindicarla, siempre creí que podía escuchar más descalificaciones.
Afortunadamente existe el derecho de refutar, afortunadamente también, en algún lugar del universo habrá un aliado que nos ayude a limpiar el nombre (marca) de los que lograron trascender a su tiempo, para con ello otorgarles el derecho de la duda.
Quetzalcóatl “El hombre huracán”, es un texto que posibilita la llegada de un par de hombres vikingos, uno de ellos es Ari, él se convierte en el hombre mito. Para las relaciones internacionales, nos basamos en las firmas de tratados, la aparición de organismos supranacionales, la promulgación de leyes internacionales y por supuesto la actividad diplomática.
Pero como todo inicio, podemos incidir y cuestionar si es en verdad el cero de la historia. Si el Quetzacóatl de Lucie Dufresne fuese una realidad comprobable, tendríamos parámetros distintos para el inicio de las relaciones internacionales en lo que hoy conocemos como América. Luego de la serpiente emplumada, me avoqué a la primer mujer embajadora, Doña Marina de Cortés, mejor conocida como la Malinche.
Laura Esquivel, propone en su libro una nueva perspectiva para observar el actuar de Malinalli, como ejemplo su matrimonio, herramienta usada desde el inicio de la humanidad para unificar dos culturas o reinos. La autora propone interpretar su compromiso marital como una forma de poner fin a las sacrificios aztecas, claro sin saber lo que vendría después.
Con mucho ahínco recalco su destacado papel en las relaciones internacionales. Elementos como la traducción y el empleo de la diplomacia, la unificación o mínimo la pretensión de unificar la interpretación de dos culturas, la mujer que escogió una figura clave como esposo, misma que asimiló el catolicismo y sus rituales, la que entregó su cuerpo como endoso de una relación más dulce hacia nuestro país.
Pero como es costumbre, lo que flota es la creación de personajes forjados por su carácter fuerte y de villanos, muchos favores o cualidades, con un pequeño error pueden irse al traste. Tan es así que cuando cambiamos de intereses nos llaman “malinchistas”, pero cuando nos convertimos en nodo, el adjetivo se contagia de ausencia.
Como en la historia y las relaciones internacionales, los actores son ser humanos, tal condición nos coloca en el escenario de las equivocaciones, pero también de los remiendos, de las composturas, es ahí donde los tratados sirven, donde encajan las instituciones, donde sí es lógico y conveniente el usar la diplomacia, ahí donde la leyes justifican sus letras y el comercio reconoce sus legítimos intereses.
Muchos países utilizan su historia e iconos nacionales para crear identidad, ahí presenciamos una campaña surgida por el sentido de pertenencia.
El BTL político se ha desarrollado a la par de la actividad del hombre, prueba de ello es la historia oficial (instrumento manipulado para unificar la información). Observemos el pasado con la dualidad de la crítica y la bondad, pues de él pueden surgir las estrategias que empleemos hoy. Aprendamos de la luces de los personajes, pues la sombras son precisas para reconocer a ciencia cierta, cuál fue su legado.