En México los hombres solemos decir en forma de broma: “¡En casa mando yo!… siempre y cuando mi mujer me dé permiso”, pero… ¿será cierto?
Esta expresión aunque sea guasa ayuda a ejemplificar lo que sucede en algunas empresas o negocios de forma más acentuada cuando son familiares, –que es justo lo que veremos más adelante–: no siempre manda la persona que pensamos respecto al puesto que tiene.
Situaciones así se explican a través de dos términos: autoridad y poder. A veces usamos estas palabras indistintamente pensando que son sinónimos; sin embargo, cuando hablamos en un contexto laboral o de negocios, adquieren un significado diferente.
Antes de contarte un caso real es preciso que tengas bien clara la diferencia entre estos términos:
JUNTOS PERO NO REVUELTOS
1. Para entender qué es la autoridad es necesario saber cómo distinguirla:
Jerárquica: es el derecho oficial a ser obedecido porque ostentas un cargo en la empresa o negocio y tienes gente a tu mando que te rinde cuentas.
Moral / Técnica: es el grado de influencia o reconocimiento que tienes por tu conducta impoluta o destreza en algún tema específico, por ejemplo, el manejo de alguna máquina o software, etc.
Se obtiene a través del tiempo y aunque influye en los comportamientos de otras personas, no está contaminada con el poder porque su origen está en la ética, el respeto, la admiración y la integridad.
2. Por su parte, el poder es EL MEDIO COERCITIVO que usamos para sojuzgar o influir en las creencias, emociones y/o conductas de las personas.
En pocas palabras… una persona que tiene poder no necesariamente está investida de algún tipo autoridad porque el poder obedece a las relaciones entre personas y no a los puestos.
CASO REAL: EL PODER EN MANOS EQUIVOCADAS ES UNA BOMBA DE TIEMPO
Contexto: negocio familiar asentado en el giro comercial. Su visión los hizo expandirse y actualmente cuentan con más de 20 sucursales en diferentes estados de la República Mexicana. Está administrado por un matrimonio: Director General y Directora Estratégica.
Problema: el caos comienza porque a pesar de tener una estructura organizacional, es justamente la Directora Estratégica la primera en romper el orden. Centraliza de forma extrema la toma de decisiones en ella; asume responsabilidades de otras áreas que no le competen, no respeta jerarquías y en muchas ocasiones pasa por encima de la autoridad
del Director General. Fomenta la falsa creencia que por ser dueña del negocio puede hacer y deshacer sin problemas. No es malo que vele por el bien de su negocio, pero utiliza su jerarquía y poder para amedrentar o humillar a los trabajadores con tal de realizar algunas tareas a su modo pavoneándose de su autoridad.
En aras de mantener un matrimonio sano el Director General evita cualquier tipo de pleito con su esposa permitiendo que pase por encima de su autoridad para ejecutar sus cometidos aunque él se muestre apenado con los trabajadores por las actitudes de ella.
Consecuencias: ese abuso de poder propició una elevada rotación al grado de renovar toda la plantilla de personal tanto de oficinas centrales como de almacén. Al quedarse sin sus empleados con mayor antigüedad no hay quién capacite a los nuevos; esto se traduce en pérdida de tiempo y dinero.
Lo creas o no, es una empresa que vive económicamente limitada a pesar de sus muchas sucursales. Subsiste porque su mercancía es un producto que se vende solo, pero su mala cultura organizacional llega al grado que los empleados sustraen objetos de valor sin repercusiones; ¡ese barco se hunde poco a poco!
CUATRO RECOMENDACIONES PARA (RE)TENER EL CONTROL DE TU NEGOCIO
La autoridad y el poder pueden ser corrosivos corrompiendo a cualquiera que no tenga sabiduría para ejercerlos. Si quieres empezar un negocio familiar o ya tienes uno y estás batallando, te dejo algunas recomendaciones para administrar de mejor forma estas armas de doble filo:
1. Sé profesional: Crea contratos, reglamentos y protocolos ya que serán tu referencia para saber qué hacer o cómo actuar ante situaciones comprometedoras. Quien quiera formar parte o permanecer en el negocio lo tendrá que firmar. Recuerda, nadie puede estar por encima de los estatutos… ni siquiera tú.
2. Crea una filosofía organizacional sólida y realista: Debe haber CONGRUENCIA entre tu misión, visión, valores y organigrama, con tus acciones. Si tu visión es ser la firma de abogados más reconocida de tu país, pero eres bien transa, no estás siendo congruente. Si aseguras que uno de tus valores es el trabajo en equipo, pero lo quieres hacer todo tú porque no confías en los demás, entonces ese valor no te representa y tampoco a tu negocio. Si no eres la cabeza en el organigrama no actúes como tal, aprende a sujetarte a la autoridad.
Tus acciones influirán considerablemente en la conformación de la cultura organizacional de tu negocio.
3. Ten pantalones: No importa si es tu mamá, papá o tu cónyuge; si eres la máxima autoridad jerárquica hazte respetar y aprende a decir “no”. No te cierres a sus consejos u opiniones, pero tampoco permitas que tengan más injerencia en tus asuntos que tú.
4. Sé inteligente: Si ya detectaste que alguien está en rebeldía queriendo abusar de su autoridad o poder, analiza con sabiduría la situación, podría ser un buen elemento si está de tu lado y usas su talento para tu beneficio.
Si tu negocio está en crecimiento, con mayor razón necesitas una cultura organizacional sana y una estructura con bases sólidas y esqueleto flexible. Recuerda, es más fácil enderezar un árbol cuando está creciendo que cuando ya echó raíces