La personalidad de marca es uno de los principales elementos distintivos de una firma, el cual puede definir no sólo cuestiones elementales de comunicación, sino que también puede ayudar a delimitar los valores con los que trabaja una empresa tanto hacia su interior como a su exterior. Por este motivo, es importante que las empresas trabajen con esta cualidades prácticamente desde su origen. Carecer de ella puede detonar ciertos problemas sobre los cuales platicaremos en las siguientes líneas.
El no tener una personalidad de marca bien definida puede afectar en primera instancia a su imagen pública, pues aunque se realice una propuesta de identidad gráfica, posiblemente no logre empatar con el modo de ser, por así decirlo, de la firma.
Si no hay una personalidad de marca clara y bien definida, la probabilidades de caer en una incongruencia crecen exponencialmente, pues mientras que la comunicación se lleva de un modo, es posible que la imagen sea distinta y los valores diferentes a los dos elementos anteriores. Esto puede terminar también por dañar la credibilidad de la firma frente al consumidor.
Hacia el interior de la empresa, cuando no hay una personalidad definida, es probable que los valores de la organización tampoco estén firmemente establecidos. En consecuencia muchas acciones que se llevan a cabo dentro de la compañía posiblemente puedan parecer incongruentes a la vista de los colaboradores de la compañía.
Pero, ¿cómo se puede solucionar esto? Si desde el comienzo de la empresa no se pudo plantear su personalidad, es bueno plantearla desde una perspectiva integral, la cual considere tanto los valores como el tono de comunicación, la imagen corporativa, etc. Es importante destacar que este aspecto debe verse también reflejado en los servicios, productos y eventos que organice la compañía, con la finalidad de que lo transmita de modo correcto y congruente por cada canal.