En el inconsciente colectivo, se tiene la idea de que las empresas (y por extensión las firmas) son organismos inescrupulosos y egoístas, los cuales sólo velan por los intereses que le generan una mayor ganancia. No obstante, hay muchas empresas que no sólo tienen consciencia clara sobre la sociedad y el ambiente en el que se desarrolla, sino que buscan actuar de la manera más correcta que sea posible. Para lograr esto, integran los principios básicos del marketing ético; sin embargo, ¿qué necesita una marca para hacer uso de este tipo de visión?
Más allá de tratarse de estrategias y técnicas mercadotécnicas concretas, el marketing ético es una postura adoptada por parte de las empresas y las marcas que consisten en tomar las decisiones éticamente correctas.
Con lo anterior como punto de partida, es importante mencionar que para que una empresa pueda implementar el marketing ético debe hacerlo desde el interior y hacia el exterior. Esto quiere decir que debe ajustar aspectos como su filosofía de trabajo, sus valores e incluso sus objetivos, para que se comprenda y se practique lo que es éticamente correcto.
Por supuesto, para llevar a cabo, es necesario que todos los colaboradores de una empresa estén conscientes de lo que es lo justo, lo correcto y lo bueno, para que sepan implementarlo como parte de la postura fijada por el marketing ético.
Cabe destacar que los principios de lo justo, lo correcto y lo bueno, por mencionar algunos, no sólo deben quedar fijados como parte de los valores y la filosofía de la empresa, sino que también se necesita que formen parte activa e inseparable de la cultura organizacional de la empresa.
El marketing ético debe formar parte de la vida diaria de una empresa o una marca, con la finalidad de que esto sea lo común y que se desarrolle de manera orgánica.
