Cerré la semana leyendo la columna “Nos odian” del Senador Zoé Robledo, la cual describe la situación que guarda la clase política del país, en relación con la ciudadanía y la percepción que esta tiene de su actividad y por tanto de la interacción de los políticos como entes sociales.
Coincido con el senador en la gran distancia que los mismos políticos han edificado, pues bajo la construcción de un halo de superioridad es que ahora no solamente se les ve distantes, sino que se les repudia, odia y rechaza. Además de los atributos que detalla Zoé, la verdad de las cosas es que uno de los ingredientes por los que se han ganado dichas pasiones, sin lugar a dudas, es el tema de la corrupción.
En nuestro precioso país, existe una partida que debe llevar como nombre “corrupción”, es lo que conocemos como diezmo o mochada, es el influyentismo y el uso de los recursos públicos para fines personales. A los políticos les odiamos porque les vemos incursionar austeros y luego de unos meses, el cambio los refina tanto como lo pueda hacer sus nuevos coches, propiedades, amistades y gustos exóticos.
Por tal motivo existen miles de acciones publicitarias para dar a conocer a los personajes y las acciones tan indignantes que realizan en lo oscurito y por debajo de la mesa. Les comparto algunos puntos que han sido empleados como un instrumento de reclamo y justicia social:
- Marchas y manifestaciones: son una manera ancestral de levantarse en armas, ahora con pancartas o coros de protesta, es la forma más antigua y clásica de hacer presente el sentir de la población.
- Redes sociales: se han convertido en la plataforma consentida para revelar los secretos de los corruptos, en ella se manifiestan las batallas, se especula en exceso y la justicia que se vive es por lo menos el linchamiento público.
- Firma en línea: ligado a lo anterior, ahora se levantan firmas virtuales, si, como esas hojas que firmabas para que tu vecino deje de tirar la basura afuera de tu casa, el cambio se da en el formato, pues el fondo sigue siendo el mismo.
- Espectaculares, bardas y vallas: con frases, fotos y la mezcla de ambas, ahora es posible ver campañas provenientes de instituciones reguladoras de la transparencia, pero además, algunas asociaciones emplean sus recursos para atender el mismo objetivo.
- Medios al ataque: un mecanismo muy común es el destape de corruptos bajo los contenidos que generan los medios, claro que depende de la pluma, el medio y el momento en el que se emite, para que el impacto resulte.
- Otros: empleé este recurso como cuando las casas encuestadoras desean meter una pila de cosas que no coinciden en algún lugar. Aquí podemos ver, acciones en las calles, linchamientos y retenes ciudadanos, marketing de guerrilla e incluso agresiones a establecimientos y propiedades de los susodichos.
Para ser más equilibrados, debemos de comprender que estas campañas deben considerar integrar además de los políticos, a las empresas y personas que coluden con ellos, por lo que acciones publicitarias como la de Greenpeace en relación con daños colaterales al medio ambiente, nos recuerdan metafóricamente el profundo daño que se le hace a la sociedad, con cada acuerdo amañado, con cada desvió y con cada adquisición de caprichos.
-La corrupción es el peor de los crímenes, pues quien se corrompe cancela la esperanza, suprime las oportunidades y elimina el acceso y goce de derechos-