Potencialmente peligroso

Omar Rangel / Posadas

¿Alguna ocasión te ha revisado algún apagador o enchufe en tu casa y te diste unos buenos toques por no ser cuidadoso al cortar la corriente antes de meterle mano? O quizás saliste de casa con poca gasolina, te gastas la reserva y quedas varado por negligente… Además de no llegar a tu destino, pones en riesgo la bomba de combustible al filtrarse sedimentos que verifica su desempeño.

Ejemplos cotidianos como estos podríamos seguir mencionando, donde nuestros descuidos nos ponen en peligro. Y cuando hablamos de peligro puede ser desde una nimiedad como un ligero golpe o rasguño, hasta sucesos desagradables como perder un miembro de nuestro cuerpo o causar un incendio.

¿Por qué suceden los accidentes laborales ?, veamos…

 

¿Ignorancia o exceso de confianza?

Ambos. A veces la buena voluntad no es suficiente para realizar una tarea, es indispensable tener conocimientos y habilidades. Probablemente quieres adelantar algo de trabajo y en ese deseo haces algo que termina mal por desconocimiento de cómo hacer alguna labor en particular, aunque también por ignorancia sobre cómo funciona alguna máquina o software.

Por supuesto, esto depende de la actividad a realizar. En ocasiones basta con tener conocimientos básicos o nulos, pues los riesgos que representan la actividad son mínimos. En otras será obligatorio tener un amplio conocimiento para ejecutar una tarea de manera que la probabilidad de algún accidente será mínima.

Sin embargo, hay gente confiada que por su experiencia deciden saltarse algunos pasos de los procedimientos o no usan equipo de seguridad para protegerse (o no completo). ¿Está mal? Sí y no, permíteme explicarte…

 

¿el que conoce las reglas puede hacer lo que quiera?

Alguna ocasión un antiguo profesor comentó en la clase “les estoy enseñando a escribir conforme a las reglas. Una vez que las dominen y tengan experiencia pueden romperlas, crear su estilo, ser creativos, ya tendrán un bagaje que los respalde”.

Se necesita criterio y experiencia para que nuestro yo interno haga un evaluación rápida determinando el peligro que existe al ejecutar alguna tarea. Por ejemplo, puedes cortar tubos en tu casa y ser más laxo sin usar equipo de protección personal (o al menos no completo): guantes, lentes, zapato industrial; a diferencia de hacer la misma tarea en una empresa, en donde podrían llamarte la atención por no realizar tu actividad de forma segura.

¿Es necesario ponerse todo un equipo de protección personal para doblar tubos? ¡Desde luego que no! La experiencia te dictará qué equipo de seguridad podrías no usar sin que represente un gran riesgo, así como dónde ser más relajado y dónde seguir el reglamento a rajatabla.

Aquí mencionamos el ejemplo de cortar tubos, pero bien podrías adaptarlo y aplicarlo en tu trabajo cualquiera que sea: soldador, jefe de almacén, jefe de producción, carpintero, pintor, montacarguista, jefe de recursos humanos, etc.

Esto no aplica sólo con trabajos físicos, hay gente que por confiada y distraída termina haciendo transferencias bancarias en cuentas erróneas, personal de RH que por no aplicar alguna prueba termina contratando gente no apta para X puesto… vaya, actividades en donde lo físico nada tiene que ver.

Ojo aquí, no se trata de ser rebelde nomás porque sí. Aunque las reglas y procedimientos están diseñados para protegernos, ciertamente algunos podrían considerase absurdos o redundantes, de manera que si se omiten, la tarea no se ve afectada en lo más mínimo.

 

10 mil horas de vuelo

Los riesgos siempre serán latentes en cualquier actividad por simple que sea, no importa los años de experiencia que tengas, basta un descuido simple para tener un percance. Bien podría ser desde actividades “simples” como hacer el aseo y resbalarte con el piso húmedo hasta manipular máquinas gigantes que bien podrían aplastarte en segundos.

Pero si el riesgo siempre es latente, ¿cómo se podría reducir al mínimo? Se podría resumir en tres aspectos:

– Práctica, práctica y más práctica. La práctica te dará maña para ejecutar actividades sin tanto esfuerzo, disminuyendo el tiempo y riesgo en hacerlas.

– Usar el equipo necesario y óptimas condiciones para la tarea a ejecutar.

– Concentración. No te distraigas en el teléfono o chacoteando, para todo hay tiempo. Basta una distracción mínima para causar un accidente. No te confíes tanto por mucha experiencia que tengas.

 

Vale y vale mucho

No sólo está en juego tu integridad de por medio, también puede haber lana involucrada o mantener una reputación de la empresa. La seguridad jamás será un aspecto mínimo cuando de trabajo se habla.

Practica, practica y vuelve a practicar; sé un maestrazo y no pierdas la concentración de lo que haces. ¡Suerte campeón!

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