Cuando una persona se siente triste, seguramente la sensación de llorar aparece, la idea de aislarse es mayor, y también te hace más propenso a comprar.
La sensación de tristeza no resulta agradable y te hace entrar en un estado emocional negativo, donde cualquier comentario sin mala intención puede parecerte una agresión y hará que tu ánimo decaiga aún más.
Sin embargo, sentirse triste también puede desencadenar una necesidad de ir por la cartera y tarjeta de crédito, salir de casa, dirigirse a un centro comercial o retailer y entrar con la intención de comprar, sin que haya una planeación.
Y es justo cuando una persona siente tristeza uno de los momentos mejor aprovechados por las marcas para que todo su marketing en PDV entre en acción, logrando convencer más fácilmente al consumidor de que necesita cierto producto para sentirse mejor.
Pero ¿por qué sentirse triste eleva la probabilidad de comprar y adquirir productos que, seguramente, no necesitamos y quizá tampoco queremos realmente? Según un estudio de la Universidad de Stanford, estas son algunas razones que responden esta interrogante.
Se busca evadir la sensación
Estar tristes no es una sensación que una persona tenga ganas de experimentar, y cuando esto ocurre, regularmente la persona opta por evadirla haciendo algo que la haga dejar de sentirse triste. En este caso, las compras ayudan a desconectarse por un momento y sentirse mejor, provisionalmente.
No se desea recordar el evento o suceso que nos entristeció
Además de no querer sentirnos mal o tristes, también buscamos olvidar o sacar de nuestra mente el suceso que detonó esa tristeza. Por ello, ir de shopping resulta ser una manera de deshacernos de esa sensación.
Ambas razones favorecen las compras por impulso, lo cual representa una gran oportunidad para las marcas y hacer de todo su marketing una estrategia integral que le dé razones de sobra al cliente para no escatimar en gastos.
Y si la tristeza, según dicho estudio, está relacionada con un motivo personal, la persona es más proclive a comprar más, sin importar el dinero que pueda gastar.
Las emociones puede ser gratas de experimentar, pero algunas no lo son tanto. Si sentirte triste te hace acudir de inmediato a una tienda comercial, trata de que esa emoción no te haga perder tu lado racional y acabes más triste por haber gastado de más.