Toda franquicia debe ser, antes que otra cosa, una garantía para sus clientes, pero también debe aportar experiencias.
Usaré como ejemplo el caso de Starbucks. Esta cafetería es una marca bien identificada, madura y amada que ha sabido utilizar los 5 sentidos de sus clientes para imprimir el logo en sus mentes y sus corazones. Desde que entras al establecimiento puedes percibir el aroma y escuchar el jazz neoyorkino; al recibir el producto sientes el calor del café mientras contemplas la decoración, una mezcla entre la modernidad y los patrones decorativos de las tribus africanas. Finalmente llevas el vaso a tu boca para probar tu bebida… ¡Experiencia de 360º! La totalidad de tus sentidos estimulados para generarte placer y satisfacción.
¿Qué podemos aprender de ello? Aprendemos que las personas compran, además de calidad y servicio, experiencias que las hagan sentir especiales, consentidas, conectadas e involucradas; se llevan todo un recuerdo que se convierte en algo valioso para contar.
Por tanto, las franquicias deben mantener presente la ventaja que implica invertir una parte del presupuesto en el diseño de la experiencia, no limitarse al producto o servicio.
Cualquier negocio, desde un restaurante, un e-commerce, hasta un taller mecánico o una escuela de idiomas, requiere dar un valor agregado a sus usuarios para volveros consumidores cautivos: una vez que la prueban desearán repetirla.
Es importante que varias de las franquicias mexicanas presten atención a generar experiencias y replicarlas en cada una de sus sucursales. Con este tipo de acciones, los franquiciantes tienen la oportunidad de ofrecer no solo un negocio conocido por su rentabilidad, sino que brindarán un punto competitivo sobre los demás por el alto valor –y amor- que los clientes ya le han asignado a la marca.