Las ONGs y los activistas en pro del medio ambiente lo han intentado todo en sus estrategias de comunicación. Desde datos duros alarmantes, manifestaciones, desplegados, fotografías y videos desgarradores para advertir las consecuencias de nuestra contaminación al mundo. Incluso, han apoyado y difundido a grandes personalidades, como al famoso premio Nobel y ex vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore, en su faceta de autor y activista ambiental.
Pero los esfuerzos parecen ser insuficientes. Aun cuando podemos presumir que vivimos en un mundo cada vez más consciente sobre el calentamiento global que sufre nuestro planeta, provocado en gran medida por los contaminantes que lanzamos al medio ambiente, no se han tenido los resultados deseados a pesar de las millonarias campañas ambientalistas en una carrera contra reloj y llena de obstáculos políticos.
Esto, hasta ahora que surge una nueva esperanza: Greta Thunberg. La famosa adolescente que inició su historia de manera inspiradora hace poco más de un año, cuando se plantó afuera del parlamento sueco con un cartel para expresar su descontento por el cambio climático, mientras exigía una mayor acción. El resto, es la historia que todos conocemos, miles de adolescentes y activistas se unieron a su causa, se creó un gran movimiento y se dirigió a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2018. Thunberg ganó además popularidad en los medios por sus propuestas radicales como no comer carne ni viajar en avión para disminuir nuestra huella de carbono.
La chica sueca encontró pronto apoyo en las organizaciones ambientalistas, quienes no chistaron en utilizarla como estandarte para lanzar una nueva campaña. Greta lo tenía todo para refrescar la comunicación ambientalista que no parecía salir de un discurso gastado y repetitivo. Se trataba de una chica joven y enérgica que representaba a las nuevas generaciones y su preocupación por el mundo en el que vivirán. Esa romántica historia de lucha constante y heroísmo en un entorno que no parece atender a otro asunto que no incumba a los intereses políticos y económicos, resulta ser cautivante. Greta no tiene miedo a plantar su rostro, enérgico y decidido, a cualquier mandatario con tal de ser escuchada.
La joven activista es ahora el referente de la comunicación ambiental. Apenas en mayo pasado, la revista Time la incluyó en su portada para representar a una nueva generación de líderes en pro del planeta.
Por si fuera poco, el hecho de que sea vegana y haya sido diagnosticada con el síndrome de Asperberg, ha impulsado aún más su imagen y empatía con millones de jóvenes, pues el síndrome, aun cuando Greta acepta que ha sido un impedimento en su vida, es también, como ella misma lo ha llamado, un súper poder.
Greta sigue estando en los medios de todo el mundo, en las primeras planas y en los espacios principales de los noticieros. Cuenta con más de 2.6 millones de seguidores en Twitter, más de 2.3 millones en Facebook y 7.1 millones en Instagram. La chica que es capaz de hablar ante el parlamento Británico, en la cumbre de Davos o en el podio de la ONU, hoy involucra a más de 1.6 millones de personas en 133 países, y por si todo esto fuera poco, ha sido nominada al premio Nobel de la Paz.
¿Qué mejor referente para cualquier ONG o movimiento ambientalista? ¿Qué mejor storytelling?¿Qué mejor que ahora, para hacerlo?