La forma en la que se ubican los productos en el punto de venta no es casualidad. Lo cierto es que, aunque parezca natural, todo está fríamente calculado para llamar la atención de una forma particular.
Este acomodo está basado en estrategias de mercadotecnia que se crean considerando aspectos como la iluminación, los espacios del lugar y hasta el acomodo de los estantes, así como la música que suena desde que el posible comprador cruza la puerta. Por supuesto, estas estrategias no dejan de lado los estudios con respecto al comportamiento del consumidor en el punto de venta y se centran en llamar su atención tanto como sea posible.
Siendo así, los artículos, aún siendo de diferentes marcas, están ubicados de modo que una vez captados, inician un proceso de comunicación visual e incluso emocional con el consumidor. De este modo, se crea una experiencia sensorial y, en consecuencia, el aumento de ventas y el desplazamiento de los artículos.
Zonas del punto de venta
Es importante mencionar que, como parte de una estrategia, existen reglas empíricas, como la de dividir el punto de venta por zonas fuertes y débiles con el fin de conocer el tráfico y las zonas con mayor interacción de todo el lugar.
Zonas fuertes:
Estas zonas regularmente están conformadas por muros frontales, estanterías del lado derecho, cruces de pasillo y estantes a la altura de la cabeza. Zonas del punto de venta en las que con frecuencia hay aglomeraciones o son de acceso visual fácil para el consumidor.
Zonas débiles:
Las zonas débiles, con regularidad son zonas en las que el producto se encuentra a la izquierda o en estantes muy bajos o muy elevados. También se consideran zonas débiles los estantes en escuadra o que están a mitad de un pasillo, debido a que la visibilidad de los artículos en estas zonas es muy limitada.
Es posible la estimulación de las zonas débiles si cerca de ellas se ubican productos de compra impulsiva, productos de alta frecuencia de consumo o stands de servicio.