¡Ramírez!, ¿cómo que ya se va? Este pendiente era para ayer, hay que ponerse la camiseta de la empresa. Usted nada más espera a que sean las 6:00 para irse, ¿verdad? ¡Qué falta de compromiso después de todo lo que la empresa ha hecho por usted!
¡Cuántos no habrán escuchado estas palabras! –o al menos unas muy similares– tan sólo por marcharte de la oficina a tu hora puntual, como si salir a tu hora fuese un pecado capital. Ponerse la camiseta va más allá de quedarte una, dos o más horas en el trabajo, tiene que ver con la cultura organizacional que hay en la empresa.
Y qué es la cultura organizacional, sino un conjunto de creencias, valores, o tradiciones que nos ayudan a adaptarnos o integrarnos y determinan nuestra permanencia en el lugar donde trabajemos. Pero de esto hablaremos en otro escrito, regresemos a ponerse la camiseta…
SER ESCLAVO VS SER RESPONSABLE
Esta frase de ponerse la camiseta en ocasiones es usada como técnica de reproche para hacernos dar el extra, como si le estuviéramos haciendo un favor a la empresa y terminamos haciéndolo por miedo a perder el empleo o alguna otra represalia. Como consecuencia deja de haber tiempo para la dispersión o proyectos personales; poco a poco se genera esclavitud al trabajo.
Cierto, habrá ocasiones en las que es necesario quedarse tiempo extra o esmerarse al 110 % y prestar toda la atención a una sola actividad para sacar un compromiso URGENTE; sin embargo, no todo es urgente, no todo era para ayer.
Ser responsable no es demostrarle a tu jefe que te quedas horas trabajando, ¡ten cuidado!, puedes mandar un mensaje erróneo sobre la mala administración de tu tiempo o que evades situaciones en casa.
CASO REAL: LA SUMISIÓN SALE CARA
- Etapa de aprendizaje: Empresa contrata a un elemento para ser la mano derecha del Director General. Sin tener una capacitación óptima, aprendió los procesos de la compañía a prueba y error después de varios meses en los cuales salía en promedio dos horas después de lo estipulado en su contrato. No le parecía pesado, pues al final estaba aprendiendo al grado de ganarse el reconocimiento de su jefe por la forma tan pulcra de trabajar.
- Estabilidad: Después de varios meses en la empresa ya podía distinguir qué compromisos eran realmente urgentes y cuáles podían esperar un poco. Se hizo más eficiente al sacar los pendientes en tiempo y forma de acuerdo a su prioridad. Tener callo le ayudó a tomar el control sobre su tiempo para hacer otras actividades personales.
- La gota que derramó el vaso: Por problemas internos en la empresa, el ambiente laboral comenzó a ser tenso. La estabilidad sobre el tiempo personal se perdió y las jornadas de tiempo extra sin paga se hicieron frecuentes porque “había que ponerse la camiseta” ante la crisis que atravesaban.
Dos aspectos fueron la gota que terminaron por derramar el vaso:
a) No obtener reconocimiento por el trabajo hecho especialmente ante situaciones comprometedoras.
b) No tener remuneración por el tiempo extra trabajado.
Laborar bajo esas circunstancias dejó de ser rentable. La mano derecha del Director General terminó por renunciar junto con otros compañeros por no sentirse valorados. Ironías de la vida… Meses después, la empresa intentó recontratar este elemento para sacarlos nuevamente de apuros; sin embargo, no tuvieron éxito.
SUGERENCIAS PARA HACER QUE TU GENTE SE PONGA LA CAMISETA
Ponerse la camiseta está estrechamente ligado con las conductas, actitudes, costumbres –cultura organizacional– de los jefes, directivos o altos mandos al ser cualidades imitables. Si has batallado con tus compañeros o subordinados en este aspecto, te dejo un par de recomendaciones para ganarte su lealtad:
1. Sé congruente: Tus palabras y hechos deben ir en la misma dirección, no pidas imposibles, cosas absurdas, ni la disposición que tú tampoco estás dipuesto a dar. Si necesitas que tus empleados se queden tiempo extra, pero tú llegas bien tarde, te desapareces por ratos y te vas puntual, no tienes autoridad moral para pedir ese favor. Si necesitas que den un extra en sus actividades para resolver conflictos o sacar pendientes, asegúrate de cumplir con tus responsabilidades, promesas y compromisos para que los trabajadores vean tu congruencia. La mejor carta de presentación ante los demás será honrar la palabra.
2. No seas marro: Sé empático y busca la forma de incentivar a las personas. Los trabajadores no son hermanitos de la caridad. El tiempo y esfuerzo extra que dan merece ser recompensado. No te valgas únicamente del dinero, ya que es un arma de doble filo. Ten detalles, dales palabras de ánimo, entrega reconocimientos, invítalos a comer, dale un aventón a quien no tenga auto…
3. No mezcles gimnasia con magnesia: ponerse la camiseta es cuestión de lealtad. Trabaja sobre el punto uno y dos para ganarte su lealtad, pero no condiciones lo que por ley y estatutos de la empresa debe otorgarse como: bonos, capacitaciones, aumentos salariales, vacaciones, promociones de puestos, etc. La fidelidad no se gana con sobornos.
Ganarse la lealtad de las personas es un proceso largo que pondrá a prueba tus valores personales y recursos como el tiempo o incluso el dinero; sin embargo, es una inversión a mediano y largo plazo. No sabes cuándo echarás mano de ello