Después de mucho llanto debido a la poca contratación de servicios profesionales en áreas relacionadas al marketing, nos tocó vivir en medio de la etapa de plaga de asesores, consultores, entrenadores e instructores de cualquier clases de arte, ciencia y técnica.
Lo anterior parece un buen panorama a primera vista, pues nos habla de la apertura de las personas y empresas por contratar servicios profesionales, sin embargo, también nos alerta sobre el exceso de oferta (mucha apócrifa) y sobre el aumento de demanda (mucha por saciar la culpa o cumplir el requisito de moda).
El problema nace bajo la peculiaridad de que ahora las personas que cuentan con éxito en alguna especialidad, no necesariamente lo hacen por medio del escalafón tradicional, no todos provienen de la academia y no todos son producto de éxitos empresariales, muchos de los personajes de hoy en día, son resultado de una serie de factores muy singulares; por un lado los que nacen por medio de la figura de una estrella de rock y por otro, los que parecen un agente americano de bienes raíces.
Lo anterior nos coloca en la disyuntiva de contar con “consultores” que nacen de la casualidad, de un éxito único, del autonombramiento o peor aún, del cobijo y certificación de cualquier institución o persona.
Por la parte académica, es conveniente hablar sobre lo mucho que han crecido las áreas de diplomados, cursos, talleres y posgrados. Instituciones educativas han visto mucha rentabilidad en la oferta de estos servicios, por lo que han ayudado a la creencia que estudiar alguno de los anteriores, en automático te convierte en un consultor.
“Ahora todos son coach, aunque no puedan manejar sus vidas o sus carreras” fue la frase que me regaló Antonieta Neri, terapeuta de Vincalma (una organización dedicada al crecimiento personal y laboral), la cual agregó: “para ser consultor se requiere de congruencia, de antecedentes y de mucho trabajo de por medio”.
La especialista tiene toda la razón, pues es de gran valía la trayectoria para este tipo de trabajos, con los años se afila el colmillo (como luego se suele decir), aunque es importante agregar, que existe una variable que ha cambiado en las últimas décadas, la cual esta relacionada a lo cambiante del mercado y de sus dinámicas, por lo que las estrellas de rock y los agentes inmobiliarios hoy en día pululan, recordándonos que en algunos de ellos existe un Lobo de Wall Street nato, por lo que también es conveniente no eliminarlos en conjunto, pues en algunos casos nos toparemos con garbanzos de libra.
Una manera para detectar ante qué tipo de coach o consultor se encuentra, es analizar sus actividades, su cartera de clientes, los protocolos de contratación que ha establecido, la manera en la que habla de sus anteriores clientes y el más importante, cómo pone en práctica su valores, pues muy poco tiene que asesorar alguien que lo hará de la manera más sencilla “olvidando las reglas y la ética”.