El Día de San Valentín es un momento ideal para el consumo. Los sentimientos de los consumidores están a flor de piel, el amor ronda por todas partes y las ganas de obsequiar hasta un pequeño detalle motivan al consumidor a desembolsar una parte de sus ingresos.
Los sentimientos son lo máximo para el marketing, juegan un papel ideal de impulso para las ventas. Los chocolates, las flores, las joyas, son los principales productos en esta fecha, las marcas ven sus arcas desbordadas en la temporalidad.
Sin embargo, todas quieren una parte del consumo, buscan colocar sus productos aunque no tengan relación directa con el concepto idealizado del amor y ante la evolución de los consumidores, funciona.
Las nuevas generaciones, ávidas de novedad y originalidad, suelen buscar regalos poco comunes y algunas marcas ya han tenido éxito con ello. El año pasado, Cerveza Victoria logró su cometido llenando de tacos y cerveza un empaque especial diseñado especialmente para los enamorados, siguiendo su línea de destacar la mexicanidad.
Este año es Pelón, el tradicional tamarindo que invadió la infancia de los hoy millennials la marca que propone un packaging destinado a demostrar que el amor no solo es dulce, a veces es picosito. Eso propone en su anuncio por medio de sus redes sociales oficiales, en donde lo acaba de presentar.
Más que una caja con el producto, es una muestra de que las marcas deben pensar más allá de su oferta común, deben imprimir creatividad a sus estrategias y tratar de integrarse a las temporalidades sin forzar su integración.
En este sentido hay una marca que conquistó todo con su estrategia de que, una vez en el punto de venta, el consumidor se sienta comprendido por su desamor, Hooters, la firma que año con año se ha convertido en tradicional por recibir a los corazones rotos y darles boneless o cerveza a cambio de romper la foto de su ex.
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