No sé si sea un fenómeno propio de la segunda década del Siglo XXI o si la dinámica de las Redes Sociales y el #Socialmedia haya potencializado NUESTRA NECESIDAD DE QUE NOS VEAN y, por ende, siempre buscamos eclipsar al que está a nuestro lado e incluido el que esto suscribe; es decir, vivimos bajo un canibalismo de ciento cuarenta caracteres y avalado por la “ley de la selva digital”.
En este contexto, lo que es un hecho es que TODOS reclamamos nuestro pequeño espacio de efímera fama, ya que nos gusta expresarnos para hablar de todo y no decir nada; crearnos narrativas extraordinarias que solo satisfacen a ese niño interior que todos llevamos dentro o en el peor de los casos, pelearnos con esos Molinos de Viento que solo cobraban vida en la mente del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Más aún, en pleno año 2017 el periodismo profesional se fortalece en la medida de que una Legión de Opinadores amateurs, nos inundan con todo tipo de textos que carecen de la más elemental estructura discursiva; la mínima técnica de construcción del mensaje o al menos, algo de gracia para hacer que el lector no se aburra después de leer un par de líneas carentes de ese Spin siempre necesario para poder escribir como un profesional de los medios y no como un alguien que no acabó ni la primaria; es decir, esos Opinadores -en su mayoría- son solo narcisistas ignorantes, pero tampoco son los idiotas de Umberto Eco, aunque están muy, pero muy cerca de serlo…
Sin embargo, y en defensa de la pluralidad que puede darnos la opinión de los “profesionales” en comparación con los “amateurs”, es que, los primeros: informan o desinforman -según el cristal con que se mire- y los segundos: hablan desde el sentimiento particular que pretenden hacer pasar por colectivo desde le víscera y buscando -según su lógica- una reivindicación social que nadie les pidió o desde el fanatismo que limita las ideas personales para intercambiarlas por auténticos dogmas de fe, que aparte tampoco dominan porque no leen ni el “Libro Vaquero” o el “Sensacional de Luchas”.
Finalmente, exhibirnos en un Texto, en una Fotografía o en un simple Tweet NO resume la esencia de lo que somos, sino que solo retrata el momento que vivimos en nuestras vidas; ya que los artistas quieren ser recordados por sus obras; los periodistas por su forma de informar; los políticos en su retórica e ignorancia supina aspiran a ser queridos por un pueblo que no los sigue y menos los reconoce como tales; pero la #GENTENORMAL como usted o como yo, ¿cuál piensa que sea nuestra necesidad de que nos vean?
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