Su exposición va de los miedos creados a los miedos reales. Y me parecen muy acertados sus comentarios cuando habla de la valoración de la relación costo beneficio, sobretodo cuando se habla de miedos reales.
Pero, ¿cómo trasladamos estos conceptos de la mejor manera al mundo laboral, a nuestro día a día? Actualmente, me atrevería a decir que en todas las empresas, grandes y pequeñas, hay gente muy joven trabajando, gente que está acostumbrada a decir lo que piensa sin tener miedo a las consecuencias, pero ¿qué pasa con una persona de la generación baby boomer, por ejemplo, que es de mandos bajos? Pues pasa que seguramente podría decir eso que el superior o el resto está queriendo escuchar y no necesariamente lo que verdaderamente opina.
Y he aquí el primero de los miedos que yo identifico en las organizaciones: miedo a perder la chamba cuando digo lo que pienso o cuando digo que no. Y este es el miedo más común.
Este tipo de situaciones generan tensión y no propician en lo absoluto la creatividad en las empresas. Incluso hay quienes contratan personal con determinado perfil para que “no se salgan de la caja” y después no sean difíciles de controlar.
Y quienes hacen esto no se dan cuenta que matan las ideas que pueden llevar a la organización a ser más exitosa o más productiva, en fin, a generar incluso una auténtica ventaja competitiva que los diferencie del resto.
Ahora, ¿cómo mitigamos estas situaciones donde hay que vencer el miedo? Teniendo conocimiento de las cosas, ya sea del mercado, del cliente, del producto, de la industria o de lo que aplique, y después utilizar la información de la mejor manera posible.
Otro ejemplo, hace algunos años estaba con un potencial cliente que no dejaba que yo iniciara mi exposición hasta que no le dijera el valor de la inversión de la solución que estaba por presentarle. Dado que investigué acerca de mi cliente y además estuve atento a todas las señales que enviaba (comunicación no verbal) es que pude contestarle de la mejor manera y dejarlo tranquilo.
Mi respuesta fue: “no puedo darte el costo dado que aún no me has permitido detectar tus oportunidades por lo que no sé si requieres de un Cessna, un avión pequeño o de un 747“.
Y este es un ejemplo del miedo que uno puede tener cuando no está preparado. Ahora bien, el mayor reto que enfrentan las áreas de recursos humanos es lograr el equilibrio entre gente muy joven y gente no tan joven, y a estos últimos proporcionarles herramientas para poder gestionar con generaciones que están muy acostumbradas a salirse del status quo y decir lo que piensan.
En fin, podría continuar platicándoles acerca del tema pero lo más importante es que se identifiquen bien las soluciones, que digamos lo que verdaderamente pensamos y a que digamos que no cuando amerite.
De esta manera podremos ir construyendo una trayectoria laboral más sólida y bien cimentada en nuestros principios, tanto para los jefes como para los equipos de trabajo completos.