Por: Arturo González Salas
Twitter: @Artglez
Hace días en medio del congestionamiento de mensajes, correos electrónicos, alarmas de cumpleaños, agendas pidiendo modificarse, notificaciones de redes sociales, me daba cuenta de lo mafiosa que es la Dream Society. Las comunicaciones se apoderan de nuestra voluntad para convertirnos en títeres de estos deberes tan efímeros, pero a la vez ahora tan apremiantes.
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Como les platiqué participaciones atrás, sufrí por varias semanas de principios de síndrome Túnel Carpiano, por más que quieres seguir las indicaciones de descanso, existen dos razones que no lo permiten: la primera es que aunque le digas a las personas que te pidieron inmovilizar la mano, ellas continúan preguntando y además quieren que les contestes. La segunda, la adicción es tan aguda que aun con el dolor te das ingeniosas formas de moverle al celular, de usar la “compu” y de picarle a la tablet.
Supongo existe un pacto imaginario para tener que cumplir con los compromisos del Social Media, aquellos que se han negado a la exposición de las redes, parecen cultos y miedosos habitantes resistiéndose a firmar un contrato amañando y con amplias restricciones.
Los ermitaños evitan el rally que se presenta al seguir las cláusulas, se comienza con el gusto por ver los contenidos ajenos, se termina siendo un “prosumer”, realizando obras propias y subiéndolas sin restricciones a la red.
El rally inicia al levantarnos; con lagañas, mal aliento y notificaciones recibimos el día, luego la frase mañanera del trillado buenos días, para variar los lunes somos más espléndidos y deseamos un buen inicio de semana, luego subimos los contenidos del fin, hacemos check in en el trabajo para seguir siendo el alcalde en Foursquare, vemos los trending topics de Twitter para opinar al respecto, luego todo el santo día se nos van entre mensajes y llamadas, dios bendiga a los creadores de WhatsApp, Viber, Tango, Boxer, Zello, bbmsn…
La gran noticia es: si nuestra empresa o persona tiene perfil de alguna red, no hay marcha atrás, entonces “aprovechemos el potencial” como diría American Express.
Para entender mejor la dinámica debemos remitirnos al libro Groundswell de Josh Bernoff y Charlene Li, los anteriores autores trabajaron para obsequiarnos el método POST (people, objetives, strategy & technology).
Personas. Segmentar, conocer a la audiencia, saber sus gustos, calcular sus hábitos y tiempos dedicados al social media.
Objetivos. Solemos iniciar al revés, abrir el perfil y luego pensar en que colocar, para tener beneficios es necesario saber que queremos lograr. Si el objetivo no provoca una nueva interacción con el cliente, si no es flexible e interesante, olvidémonos de conseguir el éxito.
Estrategia. Ser diferentes es un compromiso hoy, por lo tanto, para cumplir los objetivos debemos plantearlo desde aristas distintas, reinventemos la manera en que se expone el mensaje.
Tecnología. Algunos lo vemos como medio, es decir como el vehiculo para interactuar con los consumidores, pero la tecnología es más allá que eso, muchos estudios revelan que estamos convirtiendo a los dispositivos y sus aplicaciones como extensiones de nosotros, ahí la gran incógnita, decidir en que plataforma ubicar la firma y bajo que programación.
El error de muchas empresas y personas es que creen que el Social Media se desarrolla igual que el ATL, difunden miles de mensajes e ignoran los que el público les envía, es por ello que las redes sociales virtuales deben contemplarse como una actividad BTL, la cual promueve un diálogo. Para que la conversación funcione debe existir networking, una red de trabajo, una red de beneficios, valor agregado por donde se desee ver.
Esa es la gran tarea de marcas y personas, proporcionar contenidos atractivos e interactivos, para ello se requiere de precisamente de valor, pero además se requiere mucha inteligencia.