La oleada de anuncios de inversión de plantas de vehículos prácticamente llegaron a su fin. Los analistas proyectaron que para soportar el incremento en la demanda de autos en Norteamérica, las marcas automotrices instalarían siete plantas en la región entre 2011 y 2016. El resultado: seis se quedaron en México, una en Estados Unidos y ninguna en Canadá.
Gracias a este repentino furor por invertir en México, en una década prácticamente se habrán duplicado el número de plantas armadoras instaladas en el país, pasando de 12 en 2008 a 20 en 2019. Uno de los principales retos es garantizar el arranque de todas las plantas.
Hacia 2020 México producirá entre 4.5 y 5 millones de vehículos, casi 40% más de lo que se ensambla actualmente. Pero, ¿cómo se va a mover este excedente? Los especialistas aseguran que no se podrá lograr con la infraestructura actual, sobre todo, cuando las aduanas enfrentan cuellos de botella, y los puertos y el ferrocarril están al límite de su capacidad.
En México hay alrededor de 25,000 kilómetros de vías de ferrocarril, que ha crecido 3% el número de kilómetros de vía en los últimos 80 años.
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