Por: Erika Fonseca
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Las metáforas gráficas, como las semánticas, son muy fácil de entender y nos dan muchísima información si son utilizadas de la manera correcta. Cuando en una conversación, alguien dice, “tiene los labios cual cereza” nadie tiene preguntar por el color de los labios, incluso a veces la forma, dependerá del referente. Esta misma figura retórica es muy socorrida en el mundo gráfico. Dependiendo del autor existen varias clasificaciones de acuerdo a su uso.
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Pero, ¿qué pasa cuando las metáforas son muy burdas? ¿qué pasa cuando lo unimos a otros recursos como la exageración o hipérbole? hay que tener mucho cuidado con no sobre-abusar. La línea del significado visual es tan delgada, que de pronto algo que pareciera tan sutil y significativo, se transforma en algo con poca relevancia y significado.
Esta línea es tan delicada, que de pronto puede parecer que llama la atención pero justo por romper los esquemas visuales y significativos.
Siempre he creído que las figuras retóricas bien aplicadas al diseño pueden contribuír con los significados, pero en casos como este, donde la metáfora es burda y plana y está lejos de contribuir con algún atributo que el usuario no haya visto antes. Rompe con todo y al menos a mí me rompió el esquema por el pobre manejo del recurso. Me parece impactante que alguien que vende comunicación y formación utilize este tipo de recursos.