Hoy en día, muchas compañías siguen llevando las áreas de Responsabilidad Social y Marketing de manera separada, tirando por la borda ese gran músculo que es el marketing para potencializar sus esfuerzos sociales y por ende, la empatía con sus compradores.
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Peor aún, en un país como el nuestro, donde las necesidades de nuestra sociedad son tan cuantiosas y tan grandes, seguimos desaprovechando las herramientas de la mercadotecnia, principalmente en el ámbito BTL, para retribuir a la sociedad por lo mucho o poco que nos ha dado.
Gastamos toda nuestra atención tratando de implementar fórmulas para que nuestros contenidos se propaguen en redes sociales y discutir sobre si los medios digitales ahora están por encima de los electrónicos. Seguimos pensando en cifras, en acciones cuantificables sólo en ventas, en datos duros y fríos que son ideales para convencer a robots de que nos compren más. Invertimos gran parte de nuestro tiempo y presupuesto en tratar de entender los hábitos de consumo de nuestro mercado potencial, pero poco hacemos por dirigir nuestros esfuerzos hacia su lado “humano”. Ese lado que guarda una perfecta sincronía entre la emoción y la razón, hoy tan abandonado.
A continuación, dos campañas de responsabilidad social que fueron muy exitosas viralmente en nuestro país, pero que bien pudieron haber sido aprovechadas por una marca para adoptar su la causa y fortalecer aún más su comunicación. La gente agradece estos esfuerzos, y si la iniciativa viene de un producto en especial, éste último será más valorado.
Ya no son válidas sólo las voces de sociedades civiles o humanitarias, si no las de todos, incluyendo las compañías que nos rodean, que viven entre nosotros y también no sólo deberían tener una opinión y voto, sino hacer algo por “los otros”, esos que también forman parte de “nosotros”, quienes a la vez hacemos mucho por ellas. Se trata simplemente de una estrategia de “círculo virtuoso” ¿no creen?