El sonido es parte del ser humano, del él generamos por ejemplo los fonemas para los abecedarios, y con ello las palabras que usamos dentro de un lenguaje; es decir un código lingüístico que se traduce en muchas cosas. Entre esas muchas cosas están los sentimientos, la música.
Con base en todo esto, el ser humano además puede generar crítica y razonamiento de todo lo que vaya asimilando, lo cual se traduce en conocer, apreciar y generar conocimiento pero aún más interesante recordar y tenerla presente.
El sonido es una herramienta definitivamente importante para comunicar y vender. Pero posiblemente el ejemplo más claro de lo que se supone la música como valor añadido en la comunicación publicitaria esté en los anuncios.
Según un estudio de Flyabit, el 72% de los consumidores recuerda la marca asociada a una sintonía y el 37,7% lo hace, de hecho, de forma completamente espontánea.
Esto nos lleva a asumir la responsabilidad de usar la música como estrategia diferencial, además ésta tiene un alto valor a la hora de ubicar targets.
Por ejemplo, Bershka, pone una peculiar forma de barrera de entrada a sus tiendas para quienes no son su mercado objetivo: alto volumen de la música en sus establecimientos, quizá llega a ser ruidosa, abrumadora o molesta, pero entonces solo entrarán personas con esa forma de escuchar música, se sentirán a gusto y tendrán una experiencia distinta al momento de la compra.