Por: Arturo González Salas
Twitter: @Artglez
El ejercicio de la administración pública es un reto cotidiano, tal vez una encomienda que queda corta al aparto o a sus funcionarios. Sin embargo es importante destacar, los esfuerzos de modernización, no sé si más simulada o más a la fuerza, pero ya en marcha nos revela el interés por estandarizar las acciones que se dirigen a la población, la cual se ha vuelto critica y exigente.
En el nivel o poder que se analice, los ejemplos de ATL son siempre mayores a las aplicaciones del BTL, la rigidez propia de las estructuras y su miedo en enfocarse a romper paradigmas de interacción con los ciudadanos.
Miles de espectaculares, spots repetitivos, volantes, posters y logotipos en cada posesión y pared del gobierno. Muchos se han convertido en un accesorio con el objeto de atiborrar más la imagen de por si barroca de la ejecución pública.
Los eventos especiales, las visitas a comunidades, las audiencias y foros públicos, el buzón de quejas y sugerencias, inauguraciones de obra, representan una mezcla de Relaciones Públicas, Atención al Cliente, Comunicación Social y una pisca de BTL.
La incursión de elementos tecnológicos permiten el contacto cercano con la ciudadanía, ejemplo de avances son: perfiles en redes sociales, mensajes por celular, blogs, mails personalizados y kioscos de servicios públicos.
Los Gobiernos orientan por tradición sus presupuestos en estrategias de comunicación ATL, pero un marketing BTL los hace interactuar y producir beneficios.
En las áreas dedicadas a la imagen y mercadotecnia, se concretan al despliegue de la imagen del funcionario y la fortaleza institucional de sus servicios queda rebasada por información de lo ya hecho. Poder hacer BTL en los gobiernos se basa en el contacto con los ciudadanos, el cumplimiento de servicios y la difusión de los mismos con mecanismos inesperados.
Las formulas ganadoras no son una franquicia para los gobiernos, tal vez la actividad más compleja es “tropicalizar” aquellas historias de éxito a las características y objetivos que se desean lograr.
Desfilan proveedores con milagros empacados, se contrata la receta secreta, se tardan años en implementar aquello tan novedoso y al final, al momento de ver si surtió impacto, los precios no corresponden con los alcances esperados.
Ingenio sobra, lo que falta es apertura, ganas de querer cruzar la línea.