Como lo hemos mencionado en anteriores entregas de Marketing político y BTL rumbo al 2018, el candidato es un producto y como tal está sujeto a ser promocionado por distintas acciones mercadotécnicas. ¿Qué implica esta afirmación? Que, al poner al postulante a un puesto de elección como un artículo, es susceptible de formar parte de lo que se conoce como mix marketing.
Sólo para recordarlo, el mix marketing, o mezcla de marketing, consiste en la serie de herramientas y técnicas que utilizan tanto las empresas como las agencias para construir estrategias y llevar a cabo acciones mercadotécnicas. Se caracteriza por trabajar principalmente con cuatro variables que se conocen como las 4 P: producto, precio, plaza (o distribución) y promoción.
Ya teniendo en cuenta lo anterior, ¿cómo llevamos esto al campo del marketing político? El modelo es básicamente el mismo, sólo hay que adaptarlo a las necesidades tanto del público meta como del ámbito político y electoral.
Mientras que el Breve Manuel de Marketing Político de Jesús Rivero y de Rodrigo Huerta consideran que las 4 P del mix marketing se tranforman de tal modo que el producto es el candidato, el precio es el voto, la plaza es los medios a través de los cuales la gente recibe sus propuestas y la promoción es las acciones de comunicación para dar a conocer al postulante y persuadir a la gente que es la mejor opción; Ester Guijarro, Eugenia Babiloni y Manuel Cardós de la Universidad Politécnica de Valencia desglosan el producto electoral de tal modo que se menciona que está integrado por la persona, el programa y el partido al que representa.
Considerar y valorar los elementos del mix marketing ayudan a generar estrategias bien definidas, compuestas con acciones pensadas y estratégicas, las cuales ayuden a un candidato a ganar la elección en la que contiende.