Con frecuencia escucho decir a expertos en marketing que se debe volver a lo básico, a lo anterior, pero tal solicitud es imposible; tantos cambios vertiginosos en el inconsciente colectivo de los consumidores le permiten estructurar distintos códigos culturales que se convierten en la razón por la cual compramos, es el significado real detrás de la funcionalidad de cualquier producto.
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Por eso, ir a las maneras como se hacía marketing hace algunos años no es posible, pero el término: volver a lo básico, es una invitación a tener sentido común para hacer mercadeo, a cuestionarnos sobre nuestro propio quehacer y el sentir del consumidor.
Es muy complejo hacer marketing si no se conoce al consumidor, esto es sentido común, es como dar un regalo sin conocer al homenajeado seguramente nos equivocaremos en sus gustos, colores, tallas y olores; que complejo es trabajar a partir de la intuición y de lo que creemos que funcionará.
De tal manera que es importante abrir las estructuras mentales y borrar paradigmas equivocados sobre el consumidor y su extraña manera de comportarse, para abrirle la puerta al sentido común a eso que es tan obvio, que por obvio se olvida y no se realiza.
En tal virtud, hacer marketing con sentido común, es pensarnos, desde nuestro comportamiento, aquí dos claves que ayudarán a comprender este concepto:
- El consumidor no compra funcionalidad: generalmente los anuncios publicitarios de las marcas, están orientados a mostrar la funcionalidad del producto, resaltan el para qué; pero el consumidor no compra los productos por su funcionalidad, si no por el significante social que este genera, ese código cultural detrás de la compra que permite el relacionamiento. Solo piensa, toda mujer tiene más de 6 pares de zapatos en su closet, si comprara zapatos por la funcionalidad sólo tendría 1 par.
- El cerebro está preparado para olvidar: olvidamos todo, hasta la fecha de matrimonio ¿por qué tenemos que recordar una marca? El cerebro solo recuerda aquello que lo emociona positiva o negativamente.