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Marisol, la mercadóloga que murió en el terremoto del 19 de septiembre de 2017

Francisco Santamaria columnista InformaBTL
Como si ella misma decidiera su propia muerte, Marisol regresó de vacaciones de Panamá antes del 19 de septiembre.

Como si ella misma decidiera su propia muerte, Marisol regresó de vacaciones de Panamá antes del 19 de septiembre. Pidió permiso para trabajar desde casa el martes que el terremoto de 7.1 grados sacudió a la Ciudad de México, Morelos, Puebla y el Estado de México. Su edificio de la calle de Coquimbo en la colonia Lindavista fue el único que cayó de la zona derruido. Marisol estaba allá adentro, en su habitación del segundo piso, trabajando desde casa con su perro.

Adoraba trabajar desde casa en compañía de su pequeño perro:“Trabajo mucho mejor en casa con mi perrhijo…”. Eso siempre publicaba en su Facebook muchas mañanas. Después de horas de agonía bajo los escombros y mucho más allá de las fakenews que rodearon con rumores tu muerte, tu alma se extinguió para siempre. Así morimos los humanos, inesperadamente, súbitamente y tan repentinamente que muchas veces quienes los 

queremos no lo podemos creer. Sigo incrédulo, fue apenas hace quince días que tuve una reunión creativa con ella. Era mi amiga y mi clienta.

Bromeaba mucho con Marisol: “¿De qué tribu urbana soy señor Santamaría?”. Siempre me preguntaba enfrente de otros que se reunían con nosotros por proyectos o trabajo. “Eres una cougar hecha y derecha…”. Bromeaba con ella porque, según yo, se sentía atraída por hombres más jóvenes que ella. Y sí efectivamente, las personas se van y muchas veces no somos capaces de decirles cuánto las queremos o lo agradecidos que estamos con ellas por apoyarnos siempre. Ahora Marisol, estés donde estés, te digo aquí y ahora que te agradezco mucho haber confiado en mí, en mis tribus urbanas y mi metodología tribal. Te agradezco pensar como yo, que las marcas son más fáciles de entender cuando se humanizan. Gracias por cuidarme y dejarte cuidar por mí. Gracias Marisol por ser una mujer siempre ambiciosa, una amiga leal, que apoya en realidad. Y una mujer con mucha voluntad para ser mejor cada día. Perdóname por no haberte disfrutado más y mejor.

Definitivamente una mujer como Marisol de ninguna manera merecía morir como murió. Pero la vida es incontrolable y muy inestable. De todo esto soy capaz de entender algo de forma muy clara. La vida que es tan incontenible, que es incapaz de atraparse, esa vida es muy corta y vulnerable. Tan impredecible que es muy recomendable abrazarla a cada minuto y abrazar en todo momento a los que viven cerca de nosotros. Porque es muy probable que muy pronto dejemos de verlos para siempre, por alguna razón que la vida tenga para nosotros.

Adiós “amigocha”, seguro allá arriba están por contratarte como una planner de mucho cuidado. Vales mucho la pena como profesional y como mujer generosa. Con todo lo mandona que eras, con todo y eso, seguro que estarán muy felices de tenerte en su equipo. Lo que sí me duele mucho es no poderte abrazarte muy fuerte por última vez. Nos veremos pronto para impulsar y proponer muchos proyectos y locuras de mercadotecnia más. Seguro vamos volver a generar mucha disrupción y a romperla juntos.

 

 

 

 

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