Recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) incorporó a los videojuegos a su lista de desórdenes mentales en su Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11), actualizado después de 28 años. Los videojuegos es una industria que genera millones de dólares y es usado no sólo por niños, sino también por jóvenes y adultos.
Pero hablar que su uso puede causar trastornos patológicos o adicción ha generado mucha controversia. Si bien es cierto que fácilmente la gente puede pasar horas frente a una pantalla jugando, también puede ser exagerado y apresurado decir que es una enfermedad mental.
¿Qué características se le han atribuido al trastorno por videojuegos?
La OMS señala tres características:
- Daño en el control de la conducta de juego. Es decir, la persona presenta problemas para controlar cuándo inicia, cuánto dura jugando, en qué contexto, y cuándo finaliza.
- Prioridad que toma el jugar frente a otras actividades importantes de la vida de la persona.
- Mantenimiento de la conducta de juego a pesar de las consecuencias negativas.
La OMS justifica este nombramiento por las tendencias que ha visto en los últimos años. Es más hace una década comenzó a reunirse con expertos de salud mental para valorar su importancia y concluyó que estamos frente a un mal que esta incrementando a la par de la industria creciente que genera una cantidad de video juegos a una rapidez inmensurable.
¿Pero este trastorno mental por videojuegos no podría ser un escape de otros trastornos?
Esta es la pregunta del millón y nos remonta a la clásica pregunta de si es causa o efecto. El uso de videojuegos puede ser un comportamiento que por debajo nos encontramos con trastornos de ansiedad, depresión y soledad, los cuales están incrementando rápidamente en sociedades industrializadas.
Si bien es cierto que las criterios señaladas por la OMS fácilmente se pueden cumplir, decir que es una enfermedad mental tiene sus beneficios y desventajas. Por un lado, especialmente habrán menos jóvenes regañados por sus padres y los llevarán a los expertos para buscar una solución, los psicólogos seguiremos siendo relevantes, atenderemos otros trastornos por proxy, y tal vez como individuos seremos más conscientes de encontrar balance en nuestras vidas. Pero por otro lado, puede ser una solución miope al centrarnos en comportamientos que no atacan el problema de raíz, corremos el riesgo de patologizar un comportamiento, creamos un pánico moral y desperdicio de recursos. ¿Qué opinas?
Gabriela Romo es psicóloga, trabaja con la comunidad latina del área de Washington, DC y tiene un programa de radio semanal en América 900 AM. gaby@gabrielaromo.com @romocounseling.