Por:Â Arturo González SalasÂ
Twitter:Â @Artglez
La controversia de la desaparición del papel parece un tema de nuca acabar, lo escuchamos con frecuencia, es como una canción de moda que deja el sonsonete para al final aburrir. La digitalización de documentos parece ser el inicio de la información en formatos virtuales, grandes bibliotecas ahora caben en espacios diminutos gracias a la tecnología. ¡Bendita globalización!
Más de Arturo González:
SUITE & su BTL que inspira
BTL de arcoíris
En las conferencias que imparto sobre Social Media, suelo comentar que el Internet manifestó en sus orígenes varias situaciones que son concebidas como problemas, la abundancia de pornografía (like), la abreviación de palabras, el intercambio de palabras o frases por signos, la aparición de textos apócrifos, la sobreexposición y perdida de la privacidad, son algunos de los efectos secundarios.
Sería poco prudente omitir que las contribuciones han sido sustanciales en varias aristas de la vida del hombre, las ciencias y el estudio se potencializaron desde la oferta de educación en línea, el comercio electrónico, las comunicaciones con mayor inmediatez y menores costos, la captura y trasferencia de documentos, la aparición de actividades distintas a las realizadas al aire libre y la oportunidad de ser productores de información sin dejar de ser receptores.
Después de 244 años se dejó de imprimir la Enciclopedia Británica el 13 de marzo de 2012, desde entonces la cuenta regresiva está latente en muchas editoriales que han bajado sus producciones. Un ejemplo claro de la diferenciación por precio de los formatos digitales, es que mientras que por la versión impresa de la enciclopedia pagarías1,395 dólares, la versión descargable esta disponible por 240 pesos.
Las librerías han adoptado varias estrategias, unas le apuestan a la diversificación de servicios, varias ofrecen sus productos en plataformas virtuales, otras invierten en campañas publicitarias agresivas en pro de la lectura o de la comicidad como Gandhi y algunas cuantas deciden probar suerte con la selectividad de sus libros a la par de libreros cultos que brindan atención personalizada.
Precisamente son los libreros los que aportan un BTL con delicatessen, les comparto algunos puntos clave:
1.- Establecen relaciones perdurables con sus clientes.
2.- Fomentan el diálogo frecuente, sugieren publicaciones, opinan sobre las selecciones de los compradores y debaten sobre las posturas de los autores.
3.- La propuesta gourmet, es decir, que guardan el as bajo la manga, ofrecen libros extravagantes, que tienen pocas publicaciones o incluso los que han sido firmados por el escritor.
4.- Le incluyen experiencia a la compra, pues adquirir un libro por Internet parte bajo el supuesto de que ha sido recomendado, ha sido redundante en la mente por la publicidad o simplemente la misma interacción online cautivó y accionó la compra. El librero aporta emociones con su trato, reflexión con sus opiniones y una ventanilla de “quejas y sugerencias” inmediata.
Las librerías pequeñas son algo así como una boutique, ofrecen valor al acudir a ellas, proponen un viaje distinto al consumidor, su decoración conforta la exigencia y soporta la difícil tarea de perdurar el mejor invento del hombre después la rueda.
“Los libros no están más amenazados por Kindle de lo que están las escaleras por los ascensores” Stephen Fry