Están ahí, a tu lado. Tratas con ellos cotidianamente. Se aseguran de que el camino no sea fácil y prefieren tomar la ruta segura para garantizar su permanencia en la compañía y empatía con el jefe. ¿Para qué arriesgar con una idea comprometedora si las cosas están bien?
Más columnas de Jaime Torres:
@ChickenTreat Betty: el éxito de una campaña ¿absurda?
#PayWithACupcake: La activación chica que se comió a la grande
5 razones para defender a las Expos y Ferias Comerciales
El caso VW: a toda acción, lo que importa es la reacción
Desde la universidad, uno de los mejores profesores que he tenido me advirtió de ellos. De hecho, también intentó acabar con aquellos Castradores de Ideas en etapa larval que había en la clase, advirtió sus peligros para que no salieran de su aula profesionales que fueran a impedir la creatividad en el mundo corporativo.
Es muy fácil identificarlos, son aquellos que optan por el silencio en las reuniones de brainstorming o que ríen burlonamente ante una idea que pareciera ser absurda o fuera de lugar en dichas juntas. Incluso, desestiman iniciativas innovadoras de sus equipos por temor a arriesgar o por no saber cómo adaptarlas a la estrategia de la compañía, y prefieren seguir con lo que siempre se ha hecho. Todos, absolutamente todos, estamos expuestos a ellos y también hemos tenido que librarlos cuales obstáculos en la carrera por hacer realidad un sueño. No sólo podrían ser jefes o colegas de trabajo, también nuestros amigos, compañeros e incluso familiares cercanos. Amantes del camino fácil y la pereza de pensamiento. Ajenos a todo aquello que pretenda o parezca estar fuera de lo “normal” o lo que ya se ha hecho, y paladines de las acciones que deben ser específicamente de tal o cual manera.
En grandes compañías han representado pérdidas millonarias sin ni siquiera saberlo. En compañías pequeñas, la causa del fracaso o el estancamiento. Han evitado que gente talentosa llegue a ocupar sus puestos para dar un impulso a sus áreas y también, y muy lamentablemente, que creativos en potencia vayan dejando en el perchero su ingenio creativo para convertirse en respetables ejecutivos tipificados en lo que “debería” ser el hombre exitoso en el ámbito profesional y hacer sólo lo que se le solicita.
Aunque no es exclusivo del marketing y en este caso, de la comunicación Below the line, ya que los hay en todos los ámbitos e industrias, en la mercadotecnia los Castradores de Ideas cobran una singular relevancia, principalmente por el hecho de ser una industria cuyo éxito depende de las ideas y la innovación, para generar más y mejores resultados.
Sería iluso pensar que podemos cambiar la realidad y acabar con ellos, pero si es posible reconocerlos para advertir que el problema pudiera estar en ellos y no en las ideas propuestas y perseverar en las estrategias que a todas luces sabemos que podrían ser exitosas.
Pero cuidado, no todo el que rechaza ideas es un castrador de ellas. Quizá la idea no esté a la altura de un meticuloso análisis estratégico o simplemente, en realidad no sea una buena idea. Así, los Castradores de Ideas también suelen ser buenos termómetros, ya que aunque no las apoyen en un inicio, si pueden tener un conjunto de pretextos y evasivas que bien pueden servirnos de prueba de fuego para comprobar si las ideas realmente son buenas y sobreviven, o después de todo, no eran eficaces.
