Parte del éxito de crear experiencias de marca efectivas radica en el conocimiento del target más allá de un dato demográfico. Estamos viviendo una época de la comunicación que se ha tornado gente-céntrica y por eso hay que poner más detalle y cuidado a lo que llamamos “tradicional” o “normal”.
Más columnas de Edson Brizuela:
Ahora todos hacen Below The Line
Nuestros nuevos públicos
Trade y Shopper
Diseñando experiencias
En mi país estamos viviendo una temporada socialmente convulsa porque ciertas marcas, durante la estacionalidad de papá, crearon comunicación más “inclusiva” para familias “no-tradicionales”.
Ejemplo 1:
Ejemplo 2:
Ejemplo 3:
Tenemos claro que en América Latina las marcas y las agencias, además de mantener actualidad con respecto a tendencias, deben luchar con muchos paradigmas culturales y sociales que acarreamos por ser una cultura “relativamente nueva”.
En un artículo anterior comentaba las diferencias del adolescente de antes al de ahora así como de las segmentaciones del pasado con respecto a la variedad del presente.
Hoy en día no podemos darnos el lujo (por no decir: cometer la imprudencia) de “encasillar” nuestros targets solo por edades, género y lugar de residencia. Ramiro Casó (Psicólogo orientado a la Psicología del Consumidor y Director de una de las agencias más importantes de Costa Rica) me comentaba hace poco el grandioso poder que tienen algunas marcas masivas de lograr segmentar a las personas por sus deseos y no por sus cifras como lo hace Nike.
Como mercadólogos o comunicadores debemos tener claro el impacto de nuestras palabras y mensajes para nuestros clientes. Vamos a encontrar muros prejuicioso, miedos a reacciones, insultos en redes sociales pero sin duda también encontraremos apoyos inesperados, lealtades adquiridas, viralización no planificada y de último, pero no menos importante, la satisfacción de llevar a nuestras marcas por el camino adecuado de una comunicación inclusiva.
Olvidémonos de las palabras “tradicional”, “natural” y “normal” porque si algo tenemos claro es la volatilidad con que nuestras sociedades caminan en este siglo.