Primero vi una foto de Enrique Peña Nieto en redes sociales presumiendo su lata de Coca-Cola personalizada, muy orgulloso la enseñaba con su nombre de pila “Enrique”, no decía “Licenciado”, ni “señor presidente”. La estrategia de Coca-Cola es simplemente genial. Una solución sencilla, lógica y muy realizable. Buscar en cada país donde tiene embajada los nombres más comunes e imprimirlos en algunas producciones de latas de los productos con mayor consumo.
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¿Qué pasa aquí y qué se logra? identificación del cliente con el producto. Ubicarse a un lado de la identidad de los que compran. Alinear el nombre de los ciudadanos de a pie a una marca. Porque es tan importante el nombre de quien compra como de la marca más poderosa, ¿Al fin lo entendió una marca tan masiva y poderosa como Coca-Cola? o ¿Quizá es un grito desesperado por ganarse a los clientes en ambientes de recesión y cuidados saludables a nivel mundo? La gran mayoría de las veces las soluciones más simples son las mejores. Y esta estrategia lo demuestra. Millones de fotografías publicadas en los perfiles de la gente común, con sus nombres comunes, sí esa gente que compra y paga todos los días botellas de Coca-Cola. Al fin.