Linchamiento: el planeta de los simios

Por: Arturo González Salas
Twitter: @Artglez

Se dice que es de mala educación hablar de polí­tica  y de religión. De la muerte nos atrevemos con una doble orientación, temas como el suicidio, la eutanasia y el homicidio, son tratados bajo el conservadurismo, para muchos es preferible fijar posturas desde la medicina y el derecho. Después de varias rondas nocturnas , concluí­ que el linchamiento es una guerrilla BTL instantánea, fuera de la inteligencia, marginal de cualquier avance humano.

Tal vez  estén cuestionándose las razones por las que escribo de la muerte en un espacio dedicado al marketing, pero es la muerte la que le ha dado plaza a varias campañas, la que ha modificado la manera de ofrecer seguros, funerales, lotes y capillas en los panteones.

Matar para resarcir el daño, al remitirnos a tales actos parecemos retroceder en el tiempo y desde este punto evidenciar nuestra bestialidad en un aparador de 360 grados.

La última instancia , es así­ como quienes toman la justicia por su propia mano ven al linchamiento, ahí­ convergen la ausencia de poder solucionar, es decir, es el lugar donde se entrelazan el hambre por respuestas y la nulidad de ellas.

Las motivaciones han sido variadas, desde el reparto de tierra, la violación de menores, la corrupción de funcionarios, pasando por lo que nos hace diferentes como la profesión de fe, las preferencias sexuales, las afiliaciones hacia partidos polí­ticos y equipos deportivos.

La pasión mal encausada pueda llegar a consecuencias fatales, así­ como hemos sido participes de manifestaciones suigéneris, el linchamiento es un mensaje doloroso que contiene una gran desesperación.

En últimos años hemos visto un nuevo espectro de linchamiento, las redes sociales ofrecen una plataforma para desprestigiar la imagen, para terminar de un sólo golpe con la trayectoria de personas y marcas. A la par, situaciones como la Guarderí­a ABC, las masacres en Ciudad Juárez, el Casino Royal en Monterrey y tantas otras, son prueba de que nos iniciamos en la versión suprema del linchamiento, adentrándonos en las fauces del terrorismo.

En antaño la persona sometida a la furia, presentaba claras razones de culpabilidad. Ahora eventos como los antes mencionados nos demuestran que el linchamiento ha pasado a niveles en donde importa el mensaje, el motí­n, y poco vale la inocencia de los caí­dos.

La muerte en nuestro paí­s es un tema con aristas distintas, hacemos de ella un ritual sagrado, una fiesta, un homenaje, llegamos incluso a emplear la comedia. Vaya que fuimos bendecidos con una basta cultura  sobre la última etapa de la vida.

Matamos para notificarle a los demás que hemos muerto, que los valores se encuentran enterrados sin posibilidades aparentes de germinar. Me pregunto sí­ algún dí­a existirá una nueva raza de simios, tal vez ellos tendrán que abonar al futuro para que este pueda continuar sin diluirse como las miles de especies que ya han desaparecido. Somos tan previsibles, tal vez por eso olvidamos que también somos tan frágiles.

Dios bendiga nuestras acciones.

Pd. Les comparto una herramienta empleada por el Gobierno de Aguascalientes para su Festival de Calaveras, los cabezales  fluorescentes para asientos  de cine.

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