Cuando más rabioso estoy, espumando por la boca con mi cel en la mano por cualquier tema social, de mercadotecnia o de ebanistería húngara primitiva (así somos), las redes tienen la solución: Videos de perros rescatados, de gatos durmiendo, de cerdos, nutrias, patos, gatos durmiendo, osos y hasta de escorpiones. Y gatos durmiendo.
A pesar de evidencias del salvajismo animal, los estudios en Comunicación a los que recurrí (Cambridge, U. de Salamanca, U. de Bucaramanga) indican que los seres humanos, por lo regular, tomamos de los animales una parte tierna, afectiva, en especial en videos y cuando andamos de humor (así somos). Algo bueno nos detona ese reino.
Disney Corp. lo sabe. Centenas de películas depositan actitudes, habilidades y hasta eventos humanos en esas criaturas para juguetear de manera creativa y fantástica en universos donde… ¿para qué explico más? Vean Sing de nuevo. Nos gustan los animales y eso no está mal.
Ahora… Ando preocupado por la conflagración Ucrania-Rusia, me meto a Twitter para indignarme y “¡Noooo, tengo que ver el video de la mamá pata saltando con sus crías por primera vez a un lago!”. Y ya me perdí, se me bajó el odio.
Ya, ya lo recuperé. Quiero encontrar en Facebook a alguien que no piense como yo para posicionarme y dar mi punto de vist… “¡Noooo, perritos sonriendo! Igual me echo otros videítos, total, tengo tiempo”. Pero yo quería escribir algo incendiario, explosivo, fundamentalista en las plataformas digitales, mas ¿quién le niega un clic al “oso que saluda” en un tour animal?
Se espantarían al saber cuántos temas se han llevado a Think tanks muy arriba, nivel Los Dueños del Balón, para no nada más armar narrativas, sino algoritmos para establecer patrones de reacción a animosidades colectivas, animales incluidos (así somos). Recordemos que, mayormente, las mascotas de equipos deportivos, marcas, clubes deportivos y sociales, usan en su heráldica desde dragones y leones, hasta serpientes o caballos.
Los dejo, tengo que ver posts de gorriones rescatados, gatos durmiendo y una cría de rinoceronte recién nacida. Así somos.
